Intervención de Jennifer Bello Martínez en la clausura del Octavo Período Ordinario de Sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular
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Querido Raúl;
Querido Esteban Lazo:
Después de escuchar a Eusebio, es casi al unísono apoyar la poesía de sus palabras, que también creo que es el sentir de todos los cubanos y cubanas. Sin embargo, permítanme, como joven cubana, de la misma estirpe de los jóvenes que en esos días de luto también hicieron recordar, hicieron sentir la obra de nuestro invicto líder histórico Fidel Castro Ruz.
Hace exactamente un mes y un día el pueblo de Cuba recibió un fuerte golpe, el que nunca imaginábamos o pensábamos que tendríamos, aunque fuese una cuestión natural de la vida. La pérdida física de nuestro Fidel ha ocasionado el mismo dolor de cuando perdemos a un padre, a un abuelo, a un hermano, a un amigo entrañable, sin embargo, nadie, ningún niño, ningún joven, ningún cubano ni cubana lo hemos sentido ausente.
Ahora disponemos de un instrumento legal que ampara y respeta su voluntad, la misma voluntad que predicó con su actuar diario, modestia, humildad, desinterés y altruismo. Somos las cubanas y cubanos quienes también respetaremos esa voluntad, y este Parlamento apoya y ampara el Proyecto de Ley que hoy se nos presenta. Nuestro mayor homenaje no ha de ser el monumento o inmortalizar su nombre en todo lo que creamos o edifiquemos, nuestro mayor homenaje tiene que ser el de ser fieles y leales seguidores a su legado; mantener viva su obra es mantener viva por siempre la obra de la Revolución. Encontrar en su pensamiento la utilidad máxima para perfeccionar lo que tengamos que perfeccionar, para continuar en la construcción de nuestra sociedad socialista próspera y sostenible y la defensa de nuestra cultura, nuestra identidad, nuestras tradiciones y nuestra soberanía.
“Yo soy Fidel”, esa frase ha sido escuchada en las plazas, ha sido escuchada en toda la isla, se ha visto en los rostros de los niños, estudiantes y jóvenes; pero al decir “Yo soy Fidel” tenemos que meditar, hacer un examen de la conciencia, de la conducta, de la moral; al decir “Yo soy Fidel” tendremos que predicar con modestia, cumplir cada tarea, ser honestos, no bajar la guardia, firmes por difíciles y complejos que sean los tiempos, ser perennes inconformes con nuestro trabajo, ser buenos estudiantes, aportar al país, ser consecuentes con nuestra historia, querer y cuidar a la patria, querer y cuidar a la Revolución, ese será, sin dudas, el mejor homenaje.
Como dijimos en Santiago, Fidel está y estará, no en monumentos, no en plazas o parques, pero sí en el corazón y en el actuar de todos los cubanos y cubanas (Aplausos).