Ébola: Cuba, ejemplar
مصدر:
Diario La Jornada
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En contraste con las insuficientes, tardías y poco generosas medidas adoptadas por los gobiernos occidentales frente a la epidemia de ébola en África occidental, Cuba ha emprendido una ofensiva sanitaria internacional en la que ha enviado a la región afectada cientos de médicos para contener la expansión del virus, que en su brote actual ha matado ya a más de 4 mil 500 personas, y para dar tratamiento a los enfermos, que suman más de 9 mil.
Semejante esfuerzo ha merecido el reconocimiento de amigos y de adversarios (el jefe de la diplomacia estadunidense, John Kerry, hubo de pronunciar expresiones elogiosas), de la Organización de Naciones Unidas (ONU), de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y de importantes medios informativos. Asimismo, las acciones cubanas han permitido articular un plan de acción de los países integrantes de la Alianza Bolivariana para los pueblos de Nuestra América (ALBA), cuyos integrantes se reunieron ayer en La Habana a fin de acordar 23 medidas para evitar que la enfermedad se expanda en sus territorios y organizar medidas de ayuda adicionales para naciones en las que persisten los contagios.
Así, en tanto los países ricos escatiman recursos económicos para el tratamiento de la enfermedad y buscan blindarse para impedir la entrada del virus por sus fronteras, Venezuela, Ecuador, Bolivia, Nicaragua, Haití, Granada, San Vicente y las Granadinas, Dominica, Antigua y Barbuda y San Cristóbal y Nieves, encabezadas por Cuba, han decidido ir al origen de la epidemia como principal acción preventiva.
La comparación no sólo permite ratificar los reconocidos avances realizados por La Habana en el ámbito médico, ejemplares en muchos sentidos, y sus exitosas políticas de Estado en materia de salud, sino que pone en perspectiva los cambios experimentados en diversas naciones de América Latina y el Caribe en lustros recientes. De encontrarse bajo el dominio de oligarquías voraces y represivas invariablemente respaldadas por Washington y que se desentendían de las necesidades sanitarias de sus respectivas poblaciones, los países del ALBA han decidido desempeñar hoy un papel de primera línea en la salud mundial.
El caso de la nación anfitriona del encuentro resulta particularmente extremo, por cuanto Cuba ha tenido que desarrollar su sistema sanitario bajo el asfixiante bloqueo que Estados Unidos le impuso hace más de medio siglo, medida que no sólo conlleva consecuencias desastrosas para la economía de la isla, sino le representa enormes dificultades para acceder a intercambios científicos, adquirir equipos clínicos y medicamentos y comerciar con terceros países.
En efecto, el embargo estadunidense no sólo afecta a Cuba, sino también, en primer lugar, a las compañías estadunidenses para las cuales el mercado cubano tendría, en otras circunstancias, múltiples oportunidades de negocios; por añadidura, las empresas de otras naciones que se atreven a realizar operaciones con entidades de la isla se ven sujetas a draconianas venganzas del gobierno de Washington.
La necesidad de fortalecer la cooperación internacional para hacer frente a la epidemia de ébola constituye, por ello, una oportunidad inmejorable para que el gobierno de Barack Obama emprenda, de una vez por todas, un viraje significativo en las inveteradas políticas de agresión y bloqueo en contra de Cuba y ponga fin a un embargo inmoral, ilegal, injusto y perjudicial para todo el mundo, además de anacrónico.
Semejante esfuerzo ha merecido el reconocimiento de amigos y de adversarios (el jefe de la diplomacia estadunidense, John Kerry, hubo de pronunciar expresiones elogiosas), de la Organización de Naciones Unidas (ONU), de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y de importantes medios informativos. Asimismo, las acciones cubanas han permitido articular un plan de acción de los países integrantes de la Alianza Bolivariana para los pueblos de Nuestra América (ALBA), cuyos integrantes se reunieron ayer en La Habana a fin de acordar 23 medidas para evitar que la enfermedad se expanda en sus territorios y organizar medidas de ayuda adicionales para naciones en las que persisten los contagios.
Así, en tanto los países ricos escatiman recursos económicos para el tratamiento de la enfermedad y buscan blindarse para impedir la entrada del virus por sus fronteras, Venezuela, Ecuador, Bolivia, Nicaragua, Haití, Granada, San Vicente y las Granadinas, Dominica, Antigua y Barbuda y San Cristóbal y Nieves, encabezadas por Cuba, han decidido ir al origen de la epidemia como principal acción preventiva.
La comparación no sólo permite ratificar los reconocidos avances realizados por La Habana en el ámbito médico, ejemplares en muchos sentidos, y sus exitosas políticas de Estado en materia de salud, sino que pone en perspectiva los cambios experimentados en diversas naciones de América Latina y el Caribe en lustros recientes. De encontrarse bajo el dominio de oligarquías voraces y represivas invariablemente respaldadas por Washington y que se desentendían de las necesidades sanitarias de sus respectivas poblaciones, los países del ALBA han decidido desempeñar hoy un papel de primera línea en la salud mundial.
El caso de la nación anfitriona del encuentro resulta particularmente extremo, por cuanto Cuba ha tenido que desarrollar su sistema sanitario bajo el asfixiante bloqueo que Estados Unidos le impuso hace más de medio siglo, medida que no sólo conlleva consecuencias desastrosas para la economía de la isla, sino le representa enormes dificultades para acceder a intercambios científicos, adquirir equipos clínicos y medicamentos y comerciar con terceros países.
En efecto, el embargo estadunidense no sólo afecta a Cuba, sino también, en primer lugar, a las compañías estadunidenses para las cuales el mercado cubano tendría, en otras circunstancias, múltiples oportunidades de negocios; por añadidura, las empresas de otras naciones que se atreven a realizar operaciones con entidades de la isla se ven sujetas a draconianas venganzas del gobierno de Washington.
La necesidad de fortalecer la cooperación internacional para hacer frente a la epidemia de ébola constituye, por ello, una oportunidad inmejorable para que el gobierno de Barack Obama emprenda, de una vez por todas, un viraje significativo en las inveteradas políticas de agresión y bloqueo en contra de Cuba y ponga fin a un embargo inmoral, ilegal, injusto y perjudicial para todo el mundo, además de anacrónico.