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Nada podrá detener la marcha de la Historia: Entrevista con los congresistas Dymally y Elliot

Autor: 

Mervin Dimally: Permítame comenzar con la primera pregunta.

El Secretario de Estado testimonió ante el Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara, y la semana pasada un funcionario de la Agencia para el Control de Estupefacientes, así como el Cónsul de la Embajada de Estados Unidos en México, dijeron que cuentan con pruebas de que existe una relación entre Cuba y Colombia para los narcóticos.

Cmdte. en Jefe Fidel Castro: Hay un mandamiento de la ley de Dios que dice: “No levantar falsos testimonios ni mentir”. Esto se le debía recordar constantemente a la actual Administración de Estados Unidos. Creo, además que el pueblo y el Congreso de Estados Unidos merecen un poco más de respeto.

Es absolutamente imposible que Estados Unidos y el Departamento de Estado puedan tener una sola prueba en este sentido; pienso que realmente son métodos sucios, infames, una forma deshonesta de política exterior.

Si nos atenemos a los hechos, Cuba en estos 26 años tiene un expediente intachable en este aspecto. Primero porque en nuestro país, donde había consumo de drogas, mercado de drogas, producción de drogas, lo primero que hizo la Revolución fue erradicar este problema. Se tomaron medidas rigurosas para destruir la siembra de marihuana y, además, sancionar con rigor toda forma de producción y tráfico de drogas. Desde el triunfo de la Revolución, en 26 años no volvió a introducirse una sola droga en nuestro país, ni ha entrado jamás un solo centavo procedente de la droga de ninguna parte.

Segundo, en los 26 años de Revolución, no conozco ningún caso de funcionario que haya estado implicado en un negocio de drogas, ni un solo caso. Yo me pregunto si podría afirmarse lo mismo en Estados Unidos, o si se pudiera afirmar lo mismo en cualquier otro país de América Latina y el Caribe, o en el resto del mundo occidental.

Creo que usted estuvo aquí con Jackson sentado en esta misma mesa leyendo unos materiales que yo le mostré, y me dijo que eran de mucho interés.

Solamente entre los años 1974 y 1985, en Cuba han sido capturados 306 narcotraficantes: 91 norteamericanos y 215 de otras nacionalidades; de ellos 118 Colombianos a un ritmo sostenido año por año durante todo ese período.

Se han ocupado 599 166 libras de marihuana, es decir, más de 280 toneladas, una parte de ella procedente de Jamaica; y 1 024 libras de cocaína, es decir, media tonelada aproximadamente.

Hemos capturado 25 aviones, de ellos, 24 de Estados Unidos; 56 embarcaciones, de ellas, 37 de Estados Unidos, 12 de Colombia y el resto de otras nacionalidades.

Tenemos los datos, caso por caso, de las rigurosas sanciones impuestas. Muchas veces, por razones humanitarias, senadores y legisladores de Estados Unidos se han dirigido a nosotros interesándose por la salud e incluso la liberación de ciudadanos norteamericanos arrestados en Cuba por esos motivos. Usted conoce que en Estados Unidos, los congresistas se ven constantemente asediados por solicitudes de sus electores en los distritos y en los estados sobre los más variados problemas y ellos hacen lo posible por atender sus solicitudes. Es tradición.

Los familiares de esos ciudadanos norteamericanos tratan siempre de hacer algo por ellos. Es lógico. Los últimos que pusimos en libertad, si mal no recuerdo, alrededor de 20 norteamericanos, fue a mediados del año pasado, en ocasión de la visita de Jackson. Pero constantemente, mes tras mes, ingresan por esta causa un número de extranjeros.

Esos narcotraficantes sancionados nunca realizaron acciones contra Cuba. Ellos saben que aquí no hay producción ni mercados de drogas. Caen en manos de las autoridades cubanas, cuando sus aviones, por una razón o por otra, aterrizan en nuestro territorio – por lo general aterrizan únicamente cuando tienen problemas mecánicos o se han perdido o se han quedado sin gasolina– y cuando sus embarcaciones, por razones similares, entran en nuestras aguas jurisdiccionales. Lógicamente todos tratan de evitar el aterrizaje en Cuba, o hacer escala de cualquier tipo en nuestras costas, porque tienen una larga experiencia de las consecuencias y de las medidas rigurosas que se toman en nuestro país.

Usted sabe que nuestra isla, situada de este a oeste en el Caribe, tiene más de 1 000 kilómetros de largo y en algunos lugares menos de 50 kilómetros de ancho. Es fácil de atravesar en cuestión de minutos y en cuestión de minutos alcanzan de nuevo áreas internacionales. Con mucha frecuencia, los radares detectan objetivos aéreos que se acercan o alejan del territorio, eso lo hacen con frecuencia casi diaria los aviones espías de Estados Unidos aun sin penetrar en el espacio aéreo nacional, lo cual suelen hacer de cuando en cuando con aviones sofisticados que vuelan a 30 kilómetros de altura y 3000 kilómetros por hora de velocidad. Supongo que esos no transporten drogas.

Pequeños aviones civiles violan con frecuencia nuestro espacio aéreo y no prestan atención alguna a las señales de nuestros aviones interceptores. Es un dilema serio, realmente, dramático, tomar la decisión de disparar contra un avión civil desarmado. No hay modo de saber con seguridad quiénes vuelan en él. Un avión en el aire no es como un automóvil por una carretera que puede ser detenido, identificado y registrado. Pueden ser narcotraficantes, pero puede ser cualquier avión extraviado o gente que quiere ahorrar combustible acortando la ruta. Pueden viajar familiares, periodistas, hombres de negocio o personas aventureras, de las que hay muchas en Estados Unidos, que tengan temor de aterrizar y quedar arrestados en Cuba.

No es poca la propaganda contra nuestro país que se hace en Estados Unidos. Ellos saben que no se les dispara y sencillamente se ríen de la orden de aterrizar. Si en todos esos casos se hubiera disparado, habrían sido derribados decenas de aviones. Desde luego, que eso no se puede tolerar indefinidamente, por ello nos hemos dirigido al Gobierno de Estados Unidos, solicitándole que trate de evitar en lo posible ese tipo de vuelos ilegales de aviones civiles sobre el territorio nacional de Cuba. Comprendo perfectamente que el Gobierno de ese país tenga poco o ningún control sobre los aviones de los traficantes de drogas, pero si se asegura que otros tipos de aviones que operan normalmente en aeropuertos del sur de Estados Unidos no realicen esas violaciones, se reduciría el riesgo de que fuera derribado un avión civil con personas inocentes a bordo. Desde luego, si Cuba decidiera tomar una medida drástica contra aviones civiles que violen el espacio aéreo de nuestro país y se nieguen a obedecer las ordenes de los cazainterceptores, esa responsabilidad tendría que ser compartida, tanto por el Gobierno de Cuba como por el de Estados Unidos.

El lugar más temido por los narcotraficantes es nuestro país. Cuba, a pesar de ser un país bloqueado por Estados Unidos, a pesar de que no tiene ninguna obligación de colaborar con Estados Unidos en este o cualquier otro problema, por una cuestión de respeto a sí misma y por una simple cuestión, digamos, de prestigio y rectitud moral, ha sido durante más de 25 años un centinela del Caribe en la lucha contra el narcotráfico. ¿Es correcto que el tratamiento que recibamos sea la infamia de acusar a Cuba de estar involucrada en este tipo de actividades?

No solo hemos actuado de esa forma con relación al tráfico de drogas; en los primeros años de la Revolución, le ofrecieron a Cuba cantidades millonarias de dinero simplemente para una cosa: que diéramos él número que iba a salir en la lotería cada semana. Y decían incluso: “no les pedimos que den un numero cualquiera, sino que lo saquen a sorteo una semana antes y nos manden los números”. Todos los juegos ilegales de lotería, desde Miami hasta Nueva York, se hacían con la lotería cubana, cuyos números premiados se anunciaban por radio cada semana. Nosotros no solo rechazamos categóricamente aquellas ofertas, sino que incluso, al cabo de un tiempo, conforme a nuestro programa Revolucionario, suprimimos la lotería.

Pero algo más: a Cuba le han ofrecido cantidades fabulosas de dinero más de una vez para solicitar nuestra cooperación en negocios de drogas, y, a pesar de ser un país bloqueado por Estados Unidos, jamás se ha aceptado aquí un solo negocio relacionado con las drogas. Por tanto, digo que es una infamia total tratar de involucrar a Cuba en negocios de drogas; digo categóricamente que aquí jamás ha entrado un centavo procedente del tráfico de drogas. Además, no conozco un solo caso de funcionario, en 26 años de Revolución, que haya entrado en negocios de droga, tenemos la hoja más limpia y los resultados mejores en este hemisferio en la lucha contra la producción, él tráfico o el consumo de drogas, y es verdaderamente vergonzoso que Estados Unidos, él más grande mercado de drogas del mundo, haga este tipo de acusaciones contra Cuba, cuando nosotros sabemos que el cultivo de la marihuana esta creciendo día a día en Estados Unidos, y que ya se produce en la mayor parte de los estados de la Unión. No tendría nada de extraño que un día terminaran produciendo la cocaína sintética.

Lugar: 

Ciudad de la Habana

Fecha: 

27/03/1985