El viaje de Fidel a Venezuela
تاريخ:
23/01/2014
مصدر:
Diario Juventud Rebelde
Los históricos vínculos entre los pueblos de Cuba y Venezuela, fortalecidos durante la lucha contra la dictadura batistiana, se consolidaron el 5 de enero de 1959 cuando Venezuela fue el primer país en reconocer al Gobierno provisional de Cuba.
Horas después, en la conferencia de prensa que Fidel Castro ofreció al entrar en Santa Clara, un periodista le pregunta si estaría en disposición de ir a Venezuela. Fidel contesta:
«… mi deuda y del pueblo de Cuba con Venezuela es extraordinaria. Pienso pagarla si el pueblo venezolano me deja y me dan visa, antes de fin de mes. Iré allí y daré las gracias al noble pueblo de Bolívar por la gran ayuda que prestó a nuestra triunfante Revolución».1
Dos semanas después, el viernes 23 de enero de 1959, invitado a los festejos por el primer aniversario del derrocamiento de Marcos Pérez Jiménez, Fidel llegó a Caracas en un avión venezolano enviado por la Junta Patriótica, que asumió el poder en Venezuela tras la caída del tirano.
A la 1 y 25 minutos de la tarde, al abrirse la puerta de la nave, la ovación es ensordecedora. Fidel saluda con la mano en alto. Unas 30 000 personas lo esperan en el aeropuerto de Maiquetía, entre ellas el contralmirante Wolfgang Larrazábal y Fabricio Ojeda —protagonistas de los hechos que contribuyeron a forjar la victoria del 23 de enero—, y Luis Beltrán a nombre del Partido Acción Democrática.
Venezuela debe ser el país líder de la unidad
En la Plaza Aérea del Silencio, la ciudad de Caracas, expectante, aguardó al líder de la Revolución Cubana. Un mar humano se extendió hasta donde alcanzaba la vista.
Tras referirse a su emoción por estar en Caracas, el Comandante rebelde dijo que «de Venezuela, Cuba solo ha recibido favores» y argumentó por qué Venezuela es el primer país que visita después del triunfo de la Revolución:
«¿Por qué vine a Venezuela? Vine a Venezuela, en primer lugar, por un sentimiento de gratitud. En segundo lugar, por un deber elemental de reciprocidad para todas las instituciones que tan generosamente me invitaron a convivir con Venezuela este día glorioso del 23 de enero».2
Las palabras de Fidel sobre la necesaria unidad de los pueblos de América y el rol de Venezuela en su consecución, mantienen la frescura de cuando fueron pronunciadas y tienen total vigencia en la actualidad:
«… ojalá que el destino de Venezuela y el destino de Cuba y el destino de todos los pueblos de América sea un solo destino, ¡porque basta ya de levantarle estatuas a Simón Bolívar con olvido de sus ideas, lo que hay que hacer es cumplir con las ideas de Bolívar!
«¿Hasta cuándo vamos a permanecer en el letargo? ¿Hasta cuándo vamos a ser piezas indefensas de un continente a quien su libertador lo concibió como algo más digno, más grande? ¿Hasta cuándo los latinoamericanos vamos a estar viviendo en esta atmósfera mezquina y ridícula? ¿Hasta cuándo vamos a permanecer divididos? ¿Hasta cuándo vamos a ser víctimas de intereses poderosos que se ensañan con cada uno de nuestros pueblos? ¿Cuándo vamos a lanzar la gran consigna de unión? Se lanza la consigna de unidad dentro de las naciones, ¿por qué no se lanza también la consigna de unidad de las naciones?
«Si la unidad dentro de las naciones es fructífera y es la que permite a los pueblos defender su derecho, ¿por qué no ha de ser más fructífera todavía la unidad de naciones que tenemos los mismos sentimientos, los mismos intereses, la misma raza, el mismo idioma, la misma sensibilidad y la misma aspiración humana?».3
En medio de su discurso, proféticamente Fidel auguró:
«Venezuela es la patria de El Libertador, donde se concibió la idea de la unión de los pueblos de América. Luego, Venezuela debe ser el país líder de la unión de los pueblos de América».4
Huésped de honor
Caracas se apoderó de Fidel. A su paso, las madres alzaron los hijos pequeños para que tuvieran un atisbo del héroe.
La recepción en el Concejo Municipal ocupó el primer sitio en el programa. En sesión solemne, Fidel fue declarado Huésped de Honor de Caracas.
Numerosos son los encuentros y actos en los que participó la delegación cubana el sábado 24 de enero. Los homenajes tuvieron un hondo contenido popular.
Del pueblo de Venezuela depende su destino
Al mediodía, comenzó la sesión en el Parlamento venezolano. El secretario leyó el único punto del orden del día: Recibir a Fidel, y concedió la palabra al doctor Domingo Alberto Rangel, diputado por el Partido Acción Democrática, quien declaró:
«Estamos recibiendo a un hijo de Venezuela porque Fidel Castro tiene carta de naturaleza en nuestro país (…) Venezuela sabe valorar la Revolución Cubana, su valor y su firmeza; y que la solidaridad hacia Cuba no es de palabras, porque sale del corazón y quiere juntarse con los cubanos para hacer de Venezuela y de Cuba, no dos patrias, sino una misma patria».5
Fidel, al dirigirse a los parlamentarios venezolanos, expresó:
«Tengo la seguridad de que solo del pueblo de Venezuela depende su destino, de la fe que tenga en sí mismo, de la confianza que tenga en sí mismo. Y si los pueblos empiezan por estar seguros de que nadie les puede arrebatar su derecho, ¡nadie se lo puede arrebatar! (…) Creo que el pueblo de Venezuela no teme en absoluto, no teme en absoluto al porvenir, porque por cualquiera de los medios que tenga que usar, la Revolución Venezolana irá adelante.
«Creo que vale la pena sacrificarse por las cosas grandes, que todos los políticos, los revolucionarios de América nos sacrifiquemos por cosas grandes, que pongamos la vista en fines más altos; que, por lo pronto, empecemos a hablar de estas cosas que parecía como si los hombres públicos tuvieran vergüenza de hablar de ellas ¡Parecía como si los hombres públicos tuviésemos vergüenza de hablar de las ideas de Bolívar, de Martí y de los grandes hombres de América!».6
Luchar por los pueblos oprimidos y explotados
Horas más tarde, Fidel se dirigió a la Universidad Central de Venezuela. El anfiteatro vibraba de júbilo. El Rector anunció la creación del Comité por la Liberación de Santo Domingo y propuso que cada estudiante colectara fondos destinados a la lucha contra el dictador Trujillo. Fidel Castro y el contralmirante Wolfgang Larrazábal fueron los primeros contribuyentes.
En un gesto aplaudido por todos, Fidel sustituyó su gorra militar por la boina estudiantil, que le entregó una muchacha del Orfeón, y llamó compañeros a los estudiantes porque él se siente todavía universitario. En su discurso, expuso:
«… la postura del Gobierno Revolucionario de Cuba será una postura firme y sin vacilaciones de ninguna clase, porque ha llegado la hora de que los pueblos sepan defenderse y sepan plantear sus derechos. ¡Basta ya de sumisión, basta ya de cobardía y basta ya de vacilaciones!
«A los estudiantes, que tan extraordinariamente han honrado a nuestro pueblo en la tarde de hoy, quiero decirles, para finalizar, una cosa: tengan la seguridad de que somos hombres conscientes de nuestra responsabilidad con nuestra Patria, de nuestra responsabilidad con los pueblos oprimidos y de nuestro deber ineludible de solidaridad con todos los pueblos del continente americano; que somos revolucionarios, y que ser revolucionario no es llamarse así como se llaman muchos. Ser revolucionario es tener una postura revolucionaria en todos los órdenes, dedicar su vida a la causa de los pueblos, dedicar su vida a la causa de la revolución de los pueblos, a la plena redención de los pueblos oprimidos y explotados».7
Un gesto de elemental cortesía
El domingo 25, Fidel Castro llegó al hotel Humboldt, en la cima del majestuoso cerro El Ávila. El viaje lo realizó a bordo del único medio de transporte disponible: un teleférico.
Esa noche, Fidel hizo una visita privada a Rómulo Betancourt, triunfador en las elecciones presidenciales que habían sido recientemente celebradas. El encuentro apenas duró dos horas y diez minutos. Fidel aclaró que esta visita no tenía carácter oficial ni formaba parte de una gestión diplomática. Era un gesto de elemental cortesía.
El 26 de enero, muy tarde en la noche, la delegación cubana llegó al aeropuerto de Maiquetía donde abordaría su vuelo de regreso a Cuba. Un accidente sumió a todos en el dolor. El Comandante Francisco «Paco» Cabrera muere al ser golpeado en la pista por la hélice de una nave a punto de despegar.
Horas después, en la conferencia de prensa que Fidel Castro ofreció al entrar en Santa Clara, un periodista le pregunta si estaría en disposición de ir a Venezuela. Fidel contesta:
«… mi deuda y del pueblo de Cuba con Venezuela es extraordinaria. Pienso pagarla si el pueblo venezolano me deja y me dan visa, antes de fin de mes. Iré allí y daré las gracias al noble pueblo de Bolívar por la gran ayuda que prestó a nuestra triunfante Revolución».1
Dos semanas después, el viernes 23 de enero de 1959, invitado a los festejos por el primer aniversario del derrocamiento de Marcos Pérez Jiménez, Fidel llegó a Caracas en un avión venezolano enviado por la Junta Patriótica, que asumió el poder en Venezuela tras la caída del tirano.
A la 1 y 25 minutos de la tarde, al abrirse la puerta de la nave, la ovación es ensordecedora. Fidel saluda con la mano en alto. Unas 30 000 personas lo esperan en el aeropuerto de Maiquetía, entre ellas el contralmirante Wolfgang Larrazábal y Fabricio Ojeda —protagonistas de los hechos que contribuyeron a forjar la victoria del 23 de enero—, y Luis Beltrán a nombre del Partido Acción Democrática.
Venezuela debe ser el país líder de la unidad
En la Plaza Aérea del Silencio, la ciudad de Caracas, expectante, aguardó al líder de la Revolución Cubana. Un mar humano se extendió hasta donde alcanzaba la vista.
Tras referirse a su emoción por estar en Caracas, el Comandante rebelde dijo que «de Venezuela, Cuba solo ha recibido favores» y argumentó por qué Venezuela es el primer país que visita después del triunfo de la Revolución:
«¿Por qué vine a Venezuela? Vine a Venezuela, en primer lugar, por un sentimiento de gratitud. En segundo lugar, por un deber elemental de reciprocidad para todas las instituciones que tan generosamente me invitaron a convivir con Venezuela este día glorioso del 23 de enero».2
Las palabras de Fidel sobre la necesaria unidad de los pueblos de América y el rol de Venezuela en su consecución, mantienen la frescura de cuando fueron pronunciadas y tienen total vigencia en la actualidad:
«… ojalá que el destino de Venezuela y el destino de Cuba y el destino de todos los pueblos de América sea un solo destino, ¡porque basta ya de levantarle estatuas a Simón Bolívar con olvido de sus ideas, lo que hay que hacer es cumplir con las ideas de Bolívar!
«¿Hasta cuándo vamos a permanecer en el letargo? ¿Hasta cuándo vamos a ser piezas indefensas de un continente a quien su libertador lo concibió como algo más digno, más grande? ¿Hasta cuándo los latinoamericanos vamos a estar viviendo en esta atmósfera mezquina y ridícula? ¿Hasta cuándo vamos a permanecer divididos? ¿Hasta cuándo vamos a ser víctimas de intereses poderosos que se ensañan con cada uno de nuestros pueblos? ¿Cuándo vamos a lanzar la gran consigna de unión? Se lanza la consigna de unidad dentro de las naciones, ¿por qué no se lanza también la consigna de unidad de las naciones?
«Si la unidad dentro de las naciones es fructífera y es la que permite a los pueblos defender su derecho, ¿por qué no ha de ser más fructífera todavía la unidad de naciones que tenemos los mismos sentimientos, los mismos intereses, la misma raza, el mismo idioma, la misma sensibilidad y la misma aspiración humana?».3
En medio de su discurso, proféticamente Fidel auguró:
«Venezuela es la patria de El Libertador, donde se concibió la idea de la unión de los pueblos de América. Luego, Venezuela debe ser el país líder de la unión de los pueblos de América».4
Huésped de honor
Caracas se apoderó de Fidel. A su paso, las madres alzaron los hijos pequeños para que tuvieran un atisbo del héroe.
La recepción en el Concejo Municipal ocupó el primer sitio en el programa. En sesión solemne, Fidel fue declarado Huésped de Honor de Caracas.
Numerosos son los encuentros y actos en los que participó la delegación cubana el sábado 24 de enero. Los homenajes tuvieron un hondo contenido popular.
Del pueblo de Venezuela depende su destino
Al mediodía, comenzó la sesión en el Parlamento venezolano. El secretario leyó el único punto del orden del día: Recibir a Fidel, y concedió la palabra al doctor Domingo Alberto Rangel, diputado por el Partido Acción Democrática, quien declaró:
«Estamos recibiendo a un hijo de Venezuela porque Fidel Castro tiene carta de naturaleza en nuestro país (…) Venezuela sabe valorar la Revolución Cubana, su valor y su firmeza; y que la solidaridad hacia Cuba no es de palabras, porque sale del corazón y quiere juntarse con los cubanos para hacer de Venezuela y de Cuba, no dos patrias, sino una misma patria».5
Fidel, al dirigirse a los parlamentarios venezolanos, expresó:
«Tengo la seguridad de que solo del pueblo de Venezuela depende su destino, de la fe que tenga en sí mismo, de la confianza que tenga en sí mismo. Y si los pueblos empiezan por estar seguros de que nadie les puede arrebatar su derecho, ¡nadie se lo puede arrebatar! (…) Creo que el pueblo de Venezuela no teme en absoluto, no teme en absoluto al porvenir, porque por cualquiera de los medios que tenga que usar, la Revolución Venezolana irá adelante.
«Creo que vale la pena sacrificarse por las cosas grandes, que todos los políticos, los revolucionarios de América nos sacrifiquemos por cosas grandes, que pongamos la vista en fines más altos; que, por lo pronto, empecemos a hablar de estas cosas que parecía como si los hombres públicos tuvieran vergüenza de hablar de ellas ¡Parecía como si los hombres públicos tuviésemos vergüenza de hablar de las ideas de Bolívar, de Martí y de los grandes hombres de América!».6
Luchar por los pueblos oprimidos y explotados
Horas más tarde, Fidel se dirigió a la Universidad Central de Venezuela. El anfiteatro vibraba de júbilo. El Rector anunció la creación del Comité por la Liberación de Santo Domingo y propuso que cada estudiante colectara fondos destinados a la lucha contra el dictador Trujillo. Fidel Castro y el contralmirante Wolfgang Larrazábal fueron los primeros contribuyentes.
En un gesto aplaudido por todos, Fidel sustituyó su gorra militar por la boina estudiantil, que le entregó una muchacha del Orfeón, y llamó compañeros a los estudiantes porque él se siente todavía universitario. En su discurso, expuso:
«… la postura del Gobierno Revolucionario de Cuba será una postura firme y sin vacilaciones de ninguna clase, porque ha llegado la hora de que los pueblos sepan defenderse y sepan plantear sus derechos. ¡Basta ya de sumisión, basta ya de cobardía y basta ya de vacilaciones!
«A los estudiantes, que tan extraordinariamente han honrado a nuestro pueblo en la tarde de hoy, quiero decirles, para finalizar, una cosa: tengan la seguridad de que somos hombres conscientes de nuestra responsabilidad con nuestra Patria, de nuestra responsabilidad con los pueblos oprimidos y de nuestro deber ineludible de solidaridad con todos los pueblos del continente americano; que somos revolucionarios, y que ser revolucionario no es llamarse así como se llaman muchos. Ser revolucionario es tener una postura revolucionaria en todos los órdenes, dedicar su vida a la causa de los pueblos, dedicar su vida a la causa de la revolución de los pueblos, a la plena redención de los pueblos oprimidos y explotados».7
Un gesto de elemental cortesía
El domingo 25, Fidel Castro llegó al hotel Humboldt, en la cima del majestuoso cerro El Ávila. El viaje lo realizó a bordo del único medio de transporte disponible: un teleférico.
Esa noche, Fidel hizo una visita privada a Rómulo Betancourt, triunfador en las elecciones presidenciales que habían sido recientemente celebradas. El encuentro apenas duró dos horas y diez minutos. Fidel aclaró que esta visita no tenía carácter oficial ni formaba parte de una gestión diplomática. Era un gesto de elemental cortesía.
El 26 de enero, muy tarde en la noche, la delegación cubana llegó al aeropuerto de Maiquetía donde abordaría su vuelo de regreso a Cuba. Un accidente sumió a todos en el dolor. El Comandante Francisco «Paco» Cabrera muere al ser golpeado en la pista por la hélice de una nave a punto de despegar.