El 14 de diciembre del año 1950 Fidel Castro y su compañero de estudios de la Universidad de La Habana, Enrique Benavides, llegan a Santa Clara, procedentes de Cienfuegos, acusados de participar en protestas estudiantiles contra la política del gobierno de turno; y se dirigen a la casa de Benito Besada, también camarada de aulas, donde esperarían hasta la hora del juicio.

En una entrevista poco antes de su muerte, ocurrida en el 2005, Besada contó que Fidel preparó, su propia defensa y para ello leyó el libro “Yo acuso”, de Emilio Zola; “Fidel estuvo estupendo, recordaba Besada, con una oratoria desbordada que cautivó a la sala”.

El joven cienfueguero de entonces, René Morejón González, recuerda que por iniciativa de la Asociación de Alumnos que presidía, se convocó a una huelga nacional y general, para evitar la aplicación de una serie de medidas nefastas para el estudiantado de Segunda Enseñanza.

La huelga se inicia el tres de octubre del año 1950 y responden muy bien los centros y tal es el caso que el ministro Aureliano Sánchez Arango manda a clausurar el Instituto de Matanzas, pues como la carta que hizo y firmó Morejón fue interceptada y llegó a manos del Ministerio de Educación, se ordena le hagan un Consejo Disciplinario y expulsen del Instituto sureño por espacio de cinco meses y un día.

Recuerda René todo esto ocurre entre la huelga que se inicia el tres de octubre, el acto de Matanzas, el de Cienfuegos en noviembre del 50 y después, donde Fidel hace su primera autodefensa para la historia en la Audiencia de Santa Clara, cuyo aniversario 62 recordamos y conmemoramos.

Estaba acusado de sublevar al estudiantado de Cienfuegos, Agitación Pública, y por ello llevado ante el Tribunal de Urgencia; su alegato fue brillante, porque no sólo se defendió contra la acusación, sino que aprovechó en calidad de líder público, arremeter contra los desmanes y fraudes del gobierno de entonces.