Discurso pronunciado por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz en el recibimiento a la delegación deportiva que asistió a Baltimore, efectuado en la Escalinata de la Universidad de la Habana, el 4 de mayo de 1999
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Queridos compañeras y compañeros:
Yo sabía que no escapaba de la posibilidad de tener que pronunciar algunas palabras en este acto, y hay algunas cosas que podría expresarles.
Desde luego, en primer lugar, que nadie ha cerrado un ojo desde hace no se sabe cuántas horas; así que nadie ha dormido ni un minuto, por las emociones de ese partido de ayer, que fue verdaderamente increíble, con el frío, la lluvia, la interrupción del juego y todos los inconvenientes que significaba para la estrategia y la táctica que llevaba nuestro equipo. Por lo tanto, si ustedes tienen un poquito de paciencia, si algunos por allá se callan, aunque no oigan, entonces creo que debo decir algunas cosas.
En primer lugar, que esta alegría no es algo habitual; que esta victoria deportiva es lo que pudiéramos llamar un acontecimiento verdaderamente histórico. Se puede hablar de acontecimiento histórico por muchas razones, entre otras, porque es la primera vez en la historia de este hemisferio que un equipo amateur, constituido en este caso de modestos y jóvenes compatriotas, participa en un encuentro con un equipo de las Grandes Ligas de Estados Unidos.
Hacía mucho tiempo que nosotros deseábamos la posibilidad de medir el avance que había alcanzado nuestro deporte y qué pasaría si teníamos la oportunidad de efectuar un encuentro de esa naturaleza.
Decir Grandes Ligas es decirlo todo, decir Grandes Ligas es mencionar lo más sagrado, la flor y nata de esta rama del deporte que es la pelota o el béisbol como le llaman allá, la más preferida, tradicional y famosa en Estados Unidos.
Cuando nosotros éramos estudiantes como ustedes, las Grandes Ligas era el nom plus ultra y hasta hoy, incluso, decir amateur es como hablar de aficionados incapaces de enfrentarse a un equipo profesional.
Ya nosotros en muchos deportes, ejemplo el boxeo, nos hemos enfrentado a fuertes equipos norteamericanos no profesionales. Hemos mantenido durante muchos años el campeonato mundial en esa rama, y contamos con una fuerza sólida y creciente.
Topes con los norteamericanos habíamos tenido muchos, allá y aquí, en el voleibol también, en campo y pista y en muchos deportes; pero hay deportes que tienen características especiales, que se convierten en un gran espectáculo, que cuentan con una enorme afición en el mundo, y, por lo tanto, pueden alcanzar grandes ingresos.
Es difícil que un ciclista alcance grandes ingresos, es difícil profesionalizar el ciclismo, o quizás el que practique el arco y flecha, o el que carga pesas, o el que corre en las olimpiadas.
Otros deportes tienen características diferentes por la razón mencionada, el fútbol es uno de ellos. Grandes atletas de fútbol son muy cotizados, grandes atletas del béisbol —yo voy a usar esa palabra— son muy cotizados, y también otros, como los de boxeo; pero en el béisbol, por ser el deporte preferido de la nación más grande en recursos económicos, la nación más rica del mundo, y, además, poseedora de las más importantes cadenas de radio, televisión, prensa, es decir, poseedora del dominio de los medios masivos de divulgación, dispone de todo el dinero que quiera y anda por el mundo comprando deportistas, como anda por el mundo comprando científicos, investigadores, artistas, es muy difícil competir con ellos.
¿Qué podemos ofrecerles nosotros a nuestros atletas y qué les hemos ofrecido a lo largo de los años de la Revolución? Esfuerzo, sacrificio, una vida modesta. Junto a ello, la posibilidad de educarse, desarrollar sus capacidades y optar por su deporte preferido.
Recuerdo que cuando comenzó a desarrollarse el deporte con más fuerza, los que participaban en esas competencias eran trabajadores de las fábricas o empleados, y había que concederles una licencia deportiva y se les pagaba el salario que tenían. Después se fue especializando cada una de estas ramas deportivas, entre ellas el béisbol. Bueno, pasado los primeros años, ya ellos no procedían fundamentalmente de las fábricas, ya procedían de las escuelas, porque el deporte se empieza a practicar masivamente en las escuelas, algunos desde muy temprana edad; ya venían los atletas de las escuelas deportivas de nivel medio dedicadas al deporte o de la facultad superior deportiva.
Nosotros decíamos: ¿Qué podemos ofrecerles a estos jóvenes? La oportunidad de adquirir una carrera universitaria en el terreno de la educación física y del deporte, que les permitiera más tarde vivir decorosamente como profesores de deporte, investigadores de la actividad y formadores de nuevos atletas, y por eso ya la mayor parte de los atletas destacados de las distintas ramas eran a la vez alumnos del Instituto Superior de Educación Física y Deportes "Manuel Fajardo". Nuestra primera preocupación era que cada uno de ellos pudiera adquirir una carrera universitaria.
Se multiplicaron las escuelas deportivas, porque veíamos el deporte no como una profesión, sino —como se dijo muchas veces— un derecho del pueblo, una conquista del pueblo, el derecho a que todos los niños, todos los jóvenes, los adolescentes, los adultos, y hasta los de mayor edad pudieran practicar, si no un deporte, por lo menos la educación física, que toda la juventud tuviera posibilidad de practicar un deporte en aras de la salud y del bienestar de la población.
Nuestro país ha graduado, a lo largo de estos años, más de 30 000 profesores de educación física y deportes; no sé cuántos habremos graduado en el "Fajardo", pero tiene que ser un buen número de miles (Le dicen que 35 000). ¿En el "Fajardo", en el Instituto Superior? (Fernández le dice que en el nivel superior, en el "Fajardo", 25 000.) Sí, de todo el país ya sé, porque se extendió.
¿Ustedes incluyen ahí a los profesores de educación física y deportes? (Fernández le dice que en el "Fajardo", entre entrenadores y profesores de educación física, se han graduado 25 000 porque se graduaron los nuevos, y a los viejos se les dio oportunidad de estudiar.) ¡Ah!, de nivel superior; pero las escuelas medias graduaron decenas de miles (Le dicen que más de 30 000).
Más de 30 000, es correcto. Ese es el esfuerzo que hicimos a partir de una concepción, y nuestro país es, sin duda, el que tiene más profesores de educación física y deportes per cápita entre todos los países del mundo, como lo tenemos entre los maestros, o lo tenemos entre los médicos. Se hizo para el pueblo, no se concibió nunca como una profesión, y en la época en que la Revolución surge e impulsa el deporte, existía realmente el amateurismo en las competencias internacionales y en las olimpiadas solo participaban atletas amateurs, tal como fueron concebidas desde la época de Grecia; pero esas ideas fueron distorsionadas, cambiadas y corrompidas por el mercantilismo, y lejos de protegerse el concepto del atleta amateur, lo que ha ocurrido en los últimos años es que prácticamente se han profesionalizado casi todos los deportes y ya en las competencias olímpicas tienen derecho a participar atletas profesionales, es por ello que aparecen los llamados teams de sueño, como allá en Barcelona, en básquet, una selección de los mejores deportistas profesionales de Estados Unidos, lo cual no sirve muchas veces más que para humillar a los países que tienen muy pocos recursos, a los países que no poseen instructores, ni profesores, ni centros de enseñanza, ni instalaciones deportivas, ni las cosas que posee, por ejemplo, hoy nuestro país, a pesar de ser un país del Tercer Mundo.
Esas competencias sirven muchas veces para tratar de demostrar la superioridad nacional e incluso racial de los países ricos y de las naciones desarrolladas y para humillar a los demás pueblos, aunque muchas veces algunos de sus mejores atletas procedan de países pobres, y así es muy difícil que un pueblo africano pueda reunir un equipo y los recursos para disponer de un buen equipo de fútbol; sin embargo, los atletas africanos solo tienen oportunidad de participar en los equipos de los países industrializados.
Estos tienen recursos, tienen dinero y se llevan los atletas. Así, durante años, nosotros hemos tenido que luchar muy duramente en esa competencia cada vez más desleal y contra esa política de arrebatarles a otros países sus atletas.
Cuba nunca le ha arrebatado un solo atleta a un solo país del mundo, y nuestros profesores e instructores han trabajado, por miles de ellos, en muchos países; aquí se han instruido muchos o se han enviado instructores y nunca le hemos robado un atleta a otro país.
Hemos formado a nuestros deportistas para que sirvan al pueblo, para que aporten alegría al pueblo, glorias al pueblo, honor al pueblo, y podemos decir de nuestros atletas, en primer lugar, que han aportado mucha gloria y mucho honor, infinitas satisfacciones y alegrías a nuestro pueblo (Aplausos).
Quien habló aquí no fue Omar Linares —o el Niño Linares, como ustedes cariñosamente le llaman (Aplausos)—, quien habló aquí es el hijo de este país que rechazó un contrato de 40 millones de dólares para hacerse profesional (Aplausos y exclamaciones). Pudo haber hablado Stevenson, en nombre de antiguos atletas, que rechazó ofertas millonarias (Aplausos), y muchos otros por el estilo.
Ahora bien, ¿qué ocurre con la pelota? Es el mayor entretenimiento que tiene el país. No tenemos ni siquiera la posibilidad, porque estamos bloqueados, de buscar otras fuentes de ingreso para ellos, ahora que lo han profesionalizado todo, como decíamos. En este próximo período tiene que prepararse el equipo para las olimpiadas, más que para las olimpiadas, para Winnipeg, que es el pase intermedio para tener derecho a competir, y sabemos qué están haciendo varios países: reclutando profesionales a diestro y siniestro en la idea de que así podrán desplazar a Cuba de su puesto para competir en las olimpiadas. Espero que esa idea se haya esfumado totalmente anoche. Como si reúnen, qué sé yo, todos los que quieran, y no podrán reunir ninguno todos los que quieran. No hay duda de que el equipo de Estados Unidos puede ser fuerte, fuerte, fuerte. (Le dicen algo).
Bueno, pero otros equipos, de países, incluso, de la Cuenca del Caribe, están afilándose los dientes con planes de emplear profesionales para ocupar un lugar de los dos que corresponden al hemisferio para la próxima olimpiada y dejarnos en el camino.
Nuestros atletas del béisbol —como les decía— constituyen, durante una gran parte del año, el centro de la atención deportiva del país, es la realidad; lo que en otro país ha logrado el fútbol, el papel que desempeña en otros muchos países el fútbol, aquí lo desempeña este deporte. Los necesitamos aquí, en nuestro país.
No sabemos cuál será la evolución del deporte en los años futuros; pero en estos momentos nosotros tenemos que estar luchando contra el intento de arrebatarnos nuestros atletas. La primera competencia es la lucha contra esos bandidos llamados scouts; no quiero decir que todos los scouts sean bandidos, pero sí conocemos un número de bandidos que se dedican a la tarea, mercachiflera y a la vez política, de tratar de comprar atletas cubanos. Esa es la primera batalla. Estados Unidos los apoya por obvias razones de hostigamiento y propaganda contrarrevolucionaria.
¿Por qué, sin embargo, tenemos tantos y tan buenos atletas en este deporte? Porque afortunadamente contamos con muchos jóvenes de extraordinaria dignidad y patriotismo (Aplausos); ellos merecen el reconocimiento del pueblo.
Por eso en esta ocasión, cuando se iba a celebrar este partido histórico, una de las primeras cosas que se hicieron fue recordar a muchos que fueron atletas brillantes de béisbol que dieron gloria, mucha gloria a nuestro país, y por ello más de 100 atletas retirados o antiguos atletas formaron parte de la delegación que animó a nuestro equipo allá en el estadio de Baltimore. No son ustedes capaces de imaginarse cuán felices se sentían cuando vieron que se acordaban de ellos para ser partícipes de un partido que ellos no pudieron ver, de un partido en el que no pudieron participar, porque nunca pudieron medir sus fuerzas con aquellos equipos. Pasaron los años, surgió una nueva generación de atletas y ellos tuvieron el placer de estar allí, en primera fila, junto a los nuevos valores, presenciando aquel acontecimiento histórico. No son poseedores de riquezas materiales, pero son dueños de una patria sin amos que los admira y los recordará siempre.
Hemos dicho: No podemos olvidar jamás a esos antiguos deportistas. No podemos darles los millones que les ofrecían los scouts, pero bien podemos darles todo el reconocimiento del mundo, todos los honores que se merecen y todas las satisfacciones materiales que necesiten. Las que necesiten, que no significa ambición de riquezas, no; pero serán siempre recordados, y en la medida en que el país mejore su situación económica, irá mejorando prioritariamente también la vida de esos atletas que tanto hicieron por su país y a quienes nadie pudo comprar por ningún dinero (Aplausos).
El deporte le ha dado al país mucho prestigio, y el país tiene que compensar a esos atletas, sean o no de aquellas ramas que son altamente cotizadas en el mercado. De modo que todos aquellos atletas que dieron tantas pruebas de lealtad a su patria y tantas pruebas de desinterés ocuparán el lugar digno que les corresponde en la sociedad y serán recordados con cariño por su pueblo aun cuando ya no vivan.
Le damos una extraordinaria importancia a este encuentro histórico, porque demuestra la magnitud de los valores humanos y morales. Es muy grande el ejemplo que ellos han dado. De casos como los que cité aquí, yo me pregunto si hay ejemplos iguales en el mundo, o si de un país que no sea patriótico, verdaderamente digno y revolucionario, pueden salir esos valores; porque ¡la bandera no se vende, la patria no se vende, la lealtad al pueblo no se vende, y la mayor gloria de nuestros más grandes y admirados atletas es que son atletas que no se venden! (Aplausos.) Sea, por ello, el primer reconocimiento.
Hemos podido medir la fuerza de esos hombres, la capacidad de esos hombres, con la fuerza y la capacidad de un gran equipo donde este deporte, como dije, es el favorito y cuenta con infinitos recursos.
La nómina salarial de cada uno de los equipos de las Grandes Ligas asciende a decenas y decenas de millones de dólares al año, y en algunos casos pasa de 40, de 50, de 60 ó más millones. Es un concepto. Allí se produjo una competencia, digamos, entre dos concepciones: nuestro concepto del deporte y el concepto del deporte profesional; el concepto del deporte como derecho del pueblo, privilegio y fuente de salud y bienestar de todo el pueblo, o el deporte como objeto de mercado y fuente de ingresos y riquezas personales. En el partido de anoche esas dos ideas estaban compitiendo.
Ya no se podrá despreciar más a los atletas amateurs, ya no se podrá subestimarlos.
Hay que ver cómo evoluciona el deporte mundial; nadie sabe a dónde vamos a parar ya, de modo por ahora irreversible, con esa triste transformación del deporte amateur y de las olimpiadas en una competencia de profesionales. Me pregunto qué posibilidades les quedan a los países pobres; es decir, a la inmensa mayoría de los países.
Cuba, con su concepción revolucionaria en el deporte, tiene el honor de haber sido el único país latinoamericano que logró superar a Estados Unidos en una competencia panamericana que tuvo lugar, precisamente, en nuestra patria, única vez en la historia; es una prueba del esfuerzo realizado, de la calidad de nuestros atletas, del sistema deportivo establecido.
Realmente Cuba es hoy, sin discusión, a pesar de ser un país bloqueado y un país pequeño, el único rival deportivo que en este hemisferio tiene Estados Unidos (Aplausos). Y es tal el prestigio adquirido que ese estadio de Baltimore se llenó totalmente, y varios días antes de la competencia estaban vendidas todas las localidades. ¿Por qué? Porque millones de norteamericanos tenían también el deseo de ver competir un equipo de Grandes Ligas contra un equipo del país que es campeón mundial amateur y lo ha sido durante muchos años.
El primer asombro se produjo a raíz del primer encuentro en La Habana; pero, como ustedes saben, estábamos en medio de nuestra serie nacional: excelente serie que atrajo multitudes; hacía mucho tiempo que no se llenaba totalmente ese Estadio Latinoamericano. Y el día del último encuentro entre industriales y santiagueros, a pesar de las actuales dificultades de transporte, había quizás más personas —y fueron muchas— que en el primer encuentro con los Orioles.
No podíamos interrumpir nuestra serie, se había concertado el encuentro; fue necesario variar concepciones. ¿Qué hacer? ¿Qué hacer?
En ese primer encuentro tuvimos que utilizar el bate de madera; hacía 20 años que aquí únicamente se usaba el bate de aluminio, y muchas tácticas y estrategias están determinadas por el aluminio o la madera. Aquí se perdió el hábito de tocar una plancha. Yo se lo digo a nuestros propios atletas: Ustedes todavía no saben tocar plancha. Urquiola me discute que sí, que sí, que saben mucho de plancha, y yo sé muy bien que tienen que entrenar mucho en la plancha; a veces hacen falta, aunque mucho mejores son esas líneas de las cuales hicieron tanta gala en la noche de ayer. Pero hay que saber hacerlo, porque hay momentos en que hace falta.
El aluminio eliminó el toque, eliminó muchas jugadas, y ahora, los que ordenan y mandan en estas cuestiones del deporte, han establecido de nuevo el bate de madera y, por tanto, tenemos que cargar con el bate de madera.
¿Cuántos días tuvimos para adaptarnos? Si estábamos en medio de la serie. Tuvimos que llamar a los mejores atletas de los ocho equipos que habían sido eliminados y empezar a organizar un equipo con unos bates de madera de que disponíamos y apresurarnos en adquirir unos cuantos más; y cuando quedaron cuatro equipos de los ocho que habían continuado la competencia, incorporar también algunos atletas para que se pusieran a entrenar; cuando quedaron dos, aquellos dos del grupo de cuatro que no participaron en la final, llamamos otros atletas, y así fuimos sumando pedacitos de los equipos que iban siendo eliminados. Pero se mantuvo la serie.
Debe haber sido una gran satisfacción para todos los aficionados que aquí no se interrumpió la serie, a pesar de la importancia de ese juego; siguió la serie hasta el final. Y cuando finalizó la misma —ya en ese final estaban usando la madera— se incorporó un grupo de atletas de aquellos dos equipos que estaban en los dos primeros lugares al conjunto de atletas que se estaba preparando, que no habían podido participar en el primer juego. ¿De cuánto tiempo dispusimos? Tres semanas de entrenamiento para adaptarse al bate de madera, ¡solo tres semanas! Pero ya se había dado un gran partido con los primeros incorporados, del cual habló la prensa mundial, del cual habló mucho la prensa norteamericana; no hubo periódico que no hablara del partido anterior, ni dejara de expresar admiración por la fuerza de nuestro equipo.
Cuando se sumaron los demás atletas, pues todos se fueron sumando por grupos, y pudieron practicar durante tres semanas, los resultados los vimos ayer. ¡Nunca como en esta ocasión, ni en tan breve tiempo, se hizo un entrenamiento tan riguroso y de tanta calidad!
Ahí pudimos nosotros apreciar lo que son aquellos técnicos de nivel universitario graduados de esa escuela de que hablábamos, los conocimientos que poseen, la experiencia que tienen, y les puedo asegurar que es un caudal extraordinario de riqueza con el que se cuenta. Les puedo asegurar que nosotros podemos hacer no uno, sino dos, tres o cuatro equipos que podrían participar en las Grandes Ligas.
Quizás un día haya paz, haya relaciones normales con el vecino del Norte y exista posibilidad de que podamos participar en esas competencias, y, en la medida en que se logre, podríamos mejorar considerablemente los ingresos, modestísimos hoy, de nuestros atletas.
Bueno, no todos los deportes tienen el mismo atractivo, digamos, en el sentido de una gran afición y posibilidad económica. Pasa también como con el arte, no todas las manifestaciones de arte y productos del trabajo intelectual pueden obtener grandes ingresos. Claro, escritores hay muchos en nuestro país, y muy buenos, pero qué difícil es que un buen escritor en nuestro país pueda obtener un ingreso relativamente elevado. Algunos lo pueden obtener, pero es mucho más difícil.
Un buen pintor puede llegar a tener ingresos importantes; pero, por lo general, su gran fama viene después, cuando ha pasado mucho tiempo.
Los músicos tienen más posibilidades de inmediato que el escritor, debido al inmenso poder de los medios masivos actuales de divulgación, que han hecho de la música una gran industria. Los ingresos que pueden recibir algunos compositores y músicos de excelencia pueden ser altos, incluso muy altos, y en breve tiempo. En nuestro país hay algunos que tienen ingresos altos en virtud de que producen. Reciben sus ingresos, y pagan una parte en impuestos como contribución al país.
Ojalá llegue el día en que también nosotros podamos ofrecerles a los atletas más destacados por alguna vía ingresos muy superiores a los que puedan recibir hoy. Estoy seguro de que de una forma o de otra ese día llegará, sencillamente gracias a la gran calidad de nuestro deporte. Si a nuestro país lo dejaran vivir en paz, caben distintas formas para estimular el talento, la consagración y las proezas de que son capaces.
Hay un deporte, por ejemplo, el voleibol, que una parte del año nuestros atletas practican fuera, hacen competencias, participan con distintos equipos y mejoran sus ingresos personales, pero siguen siendo atletas cubanos. Cuando llegan las competencias, están en sus puestos. Aquí duran muy poco las competencias nacionales de ese deporte; pero nuestra competencia de béisbol, por tradición y creciente calidad, es el entretenimiento número uno de la población, durante meses y meses. La afición local y nacional desea verlos y disfrutar con su calidad. Si a esto se añade la constante hostilidad y la falta de normas internacionales, se hace más difícil encontrar fórmulas prácticas.
Nosotros hemos analizado y pensamos que un día podemos ir mejorando sus ingresos con los propios recursos del país, porque son dignos de recibir por sus cualidades, sus virtudes, su consagración, su disciplina, un ingreso superior al que reciben hoy. En medio del bloqueo todo eso se dificulta, y los inescrupulosos, buscadores de cerebros y de atletas, no hacen más que llevar a cabo un asalto continuo para tentar, corromper y comprar a algún atleta nuestro.
Les explico eso para que se comprenda por qué consideramos en muchos aspectos el encuentro de anoche un encuentro histórico.
Cuántos norteamericanos estarán hoy asombrados de haber visto allí, en un estadio del propio Estados Unidos y ante casi 50 000 aficionados, el desempeño de nuestro equipo. Habrá que leer durante muchos días muchos cables y comentarios. Y en qué condiciones. ¡Tres semanas de entrenamiento con bate de madera! Tuvimos por eso que multiplicar la imaginación. Cómo resolver aquella situación: en tan breve tiempo ir a participar en el partido, encontrarnos además un día lluvioso y frío, sin saber qué iba a pasar con ese juego que tanto trabajo costó organizar y concertar.
Algo peor: anuncia meteorología en Estados Unidos que por la noche no habría lluvias; resulta que apenas comenzó el juego empezó a llover, y la televisión informando que había 12 grados de temperatura. Allí se veía temblar de frío a nuestra gente.
¿Qué pasará con nuestros atletas? Un excelente pitcher abridor tiene que comenzar a jugar allí en esas condiciones de frío y de lluvia. Se interrumpe el juego durante una hora, y sabemos muy bien, por lo que hemos aprendido de los técnicos, cuáles son las reglas hoy, cuánto tiene que descansar el brazo, cuántas pelotas debe lanzar un pitcher, y qué hacen después que un pitcher lanza tres innings o cuatro, y cómo usan el hielo, distintas formas de atención, el masaje, el descanso, y un pitcher estrella que tiene que detener el juego durante una hora y volver allí, con la lluvia y el frío, frente a un equipo bateador que es, realmente, formidable.
Surgen dificultades en ese momento. Es seguro que todos los de allá pensarían que si nuestro brillante pitcher abridor, que se llenó de gloria en el partido efectuado aquí en la capital, tenía problemas, estaban eliminados los cubanos; lo que no sabían es que antes de que ellos pensaran eso todas las posibilidades estaban previstas.
Recuerdo que en una reunión con instructores, técnicos, managers, les pregunto: ¿Y qué harían ustedes si Contrera en el segundo inning tiene problemas, pierde el control y le dan algunos batazos? Realmente, les hice muchas preguntas a los técnicos, instructores y coaches. No soy profesor de este deporte ni de ninguno, pero por lo menos conozco el arte de preguntar y de ocuparme de los detalles. Cuando me respondían: Haríamos esto, les preguntaba: ¿Por qué? Decían: "Por esto, por esto y por esto. Tenemos otras muchas buenas estrellas en el equipo." Enumeraban las características de cada una de ellas.
Algunos analistas discutían si debía abrir o no Contrera, porque ya lo conocían. Nosotros hemos visto a Contrera en los entrenamientos y, en determinado momento, a todo ese conjunto de bateadores nuestros que lo conocen bien era capaz de interrumpirles una racha. Ustedes no se imaginan la cantidad de buenos pitchers que tenemos, qué cualidades, y algunos nuevos que alcanzan hasta 97 millas fácilmente y que nunca tiran una bola de menos de 90, como no sea intencionalmente, para confundir al bateador; pero los dirigentes del equipo lo tenían previsto todo, qué hacer en cada caso, y se fue cumpliendo todo exactamente como se había previsto para cada situación; el adversario tenía ya dos carreras delante al iniciarse el segundo inning; nosotros sabíamos lo que bateaban esta gente, lo habíamos visto realmente.
Lo que más me impresionó fue el espíritu de leones, de tigres con que reaccionaron. Parece que saltaron en pro de la victoria y si nos llevaban dos carreras, en ese mismo segundo inning los tigres saltaron e hicieron cuatro; aquella reacción, aquel espíritu, fue verdaderamente impresionante (Aplausos). Y fue así a lo largo de todo el partido.
Solo siento, realmente, que en medio de aquel tremendo frío y tremenda lluvia, ellos, que tenían buena reserva, no hubieran hecho lo que hicieron con Contrera en el partido de La Habana. Estaban en solo tres jits y ya era evidente el esfuerzo agotador debido a la cantidad de bolas lanzadas por Vera, el compañero que trajo la bandera, que se ganó ese derecho, igual que los que lo escoltaron, y otros más, como Linares, que habló, no fue puesto out ni una sola vez (Aplausos).
Yo decía que nos habría gustado que hubieran hecho con Vera lo mismo que hicieron con Contrera, porque este había pitcheado en La Habana tan brillante juego, que era doloroso que después de aquel esfuerzo de más de 100 lanzamientos, y ya se observaba que no tenía exactamente el mismo control y algunas bolas subían un poquito más, él mismo lo dijo, lo sustituyeron oportunamente. Después algunos criticaron al manager porque lo sustituyera. Habría sido tristísimo en aquella circunstancia que aquel brillante papel que desempeñó se hubiera deslucido, porque los adversarios aprovecharan esas circunstancias.
Existe algunas veces el criterio de que el compañero termine. Realmente, con aquella ventaja nosotros sentíamos deseos de que no hubiera salido en el último inning, en especial después de dos jits consecutivos en ese último inning, estábamos 12 por 3 y lo que había de reserva era mucho, ustedes no se imaginan la reserva disponible en el pitcheo. Vera le estaba dando un no jit, no run, al equipo de los Orioles, desde el primer out del segundo inning hasta el primer out del noveno. Ni jit ni carrera —eso tiene que pasar a los libros—; pero nosotros sabíamos bien todos los recursos que había allí y nos dolió sinceramente que no se hubiese preservado íntegramente la increíble proeza realizada por él.
Oye, Urquiola, los técnicos y directivos no tomen esto como una crítica; no, no, estoy expresando un sentimiento. El día de la gratitud y de los honores que ustedes merecen no es el día de hacer la crítica, ¿comprenden?
Algunos no entendían bien la composición del equipo. Había quien decía: Han llevado cuatro terceras bases y un short. Sí, había cuatro terceras, pero una de ellas estaba de bateador designado y fue el que disparó el tremendo jonrón por los 400 pies (Aplausos). Cumplió brillantemente el papel asignado como bateador (Aplausos). Entre esas terceras estaba un tremendísimo emergente de reserva, que se llama Pierre (Aplausos). Entre esas terceras estaba Michel Enríquez, que podía jugar el short si hiciera falta y otro más, y hasta Linares, que a veces lo ha hecho en caso de lesión del short seleccionado, que durante el entrenamiento mostró condiciones de constante, seguro y temible bateador.
El concepto fundamental para ese partido era ser fuerte en la defensiva, pero, sobre todo, ser muy fuerte a la ofensiva. Ese juego había que ganarlo bateando con gran fortaleza e infalible tacto al bate, jits, tubeyes, tribeyes y jonrones, lo que apareciera, y ese equipo era una fábrica de jits, de tubeyes, de tribeyes y de cualquier cosa.
Se consideraba la velocidad. Se llevó a un compañero cuya característica fundamental es la velocidad, para decidir aunque fuera con un corrido de base. Había factores desfavorables: no solo el frío, no solo la lluvia, no solo el bate de madera, sino que, además, al ponerse pesado el terreno perdíamos una de nuestras ventajas, que es la velocidad; todo se analizó rigurosamente, por parte de los compañeros que tenían la responsabilidad de escoger el equipo y la experiencia para hacerlo, minuciosamente. Había que esperar los resultados: fueron el fruto de nuevas concepciones y nuevos métodos de entrenamiento, y los hombres tuvieron que luchar por su participación en el encuentro hasta el final. No fue fácil.
El equipo supo solo al mediodía del sábado quiénes lo integraban. Cuarenta y ocho atletas estuvieron entrenándose, no fue fácil de ninguna manera para el directivo del equipo hacer la selección; pero la hizo sobre la base de normas, de criterios, de principios.
Nosotros sabíamos que ese equipo era capaz de batear cuantos jits hicieran falta y se crecería en el momento en que había que crecerse, y por eso obtuvo una victoria que pudiéramos llamar espectacular. Y este equipo —se lo digo— simplemente está empezando. ¡No!, dejen que llegue lo de Winnipeg, dejen que lleguen las olimpiadas, por muchos superprofesionales que reúnan, se puede tener una confianza ciega, total, en nuestro equipo.
El principio número uno es la disciplina, la consagración, la entrega total. (Del público le dicen: "Y la actitud del árbitro.") Deja ese tema para luego, si quieres. Hay cosas ahora más interesantes.
Quería decirles eso, cuáles son las perspectivas.
A veces pensábamos: qué bueno que el pueblo pudiera ver las prácticas. Pero público y entrenamiento son dos cosas que a veces chocan. Teníamos deseos de que por televisión la nación pudiera ver a los atletas que se preparaban; sí, la nación los iba a ver, pero también los adversarios, iban a conocer a todos los pitchers y a cada uno de los bateadores, quién le daba a esta, a esta, a esta y a la otra. Dijimos: discreción beisbolera.
Los periodistas querían saber, ellos iban allí, estaban observando. Comprendieron la estrategia. Pero no pudimos realizar partidos públicamente, que habrían sido realmente interesantes.
Debemos priorizar el entrenamiento al espectáculo cuando estamos en vísperas de importantes eventos. Puede que un día en esos dos meses próximos de entrenamientos —puede, no se debe hacer promesa ninguna— se pueda admitir en alguna ocasión el ingreso del público y alguno que otro mostrarse por televisión, porque hay que usar las artes y las técnicas de confundir al adversario. Esa era una cuestión clave.
Hay una serie de ideas que han surgido al calor de la necesidad de preparar el equipo para ese encuentro en condiciones tan desfavorables. Porque allá era otro país, otro público, decenas de miles de gente para apoyar a su equipo; elementos provocadores de sobra conocidos; frío, además lluvia; bate de madera, algo que, como dije, no se veía en este país hacía 20 años. ¿Tienen o no tienen mérito nuestros atletas por haber pasado esa prueba?
Yo decía: El partido de aquí no es el que importa; aquí el máximo de caballerosidad con los visitantes, la educación de nuestro público, sus conocimientos sobre el deporte, su respeto, fue algo que admiró a un buen número de norteamericanos y periodistas que vinieron al encuentro. Porque este no es un pueblo de salvajes como algunos se imaginan confundidos por las mentiras yankis. Este es, sin duda, uno de los pueblos más educados, más cultos, más instruidos del mundo, de chispa, inteligente, digno, respetuoso.
Nosotros teníamos la completa seguridad de que en nuestro estadio no saldría una sola palabra de ofensa para el atleta visitante, eso nunca ha ocurrido. El respeto estricto, total hacia los visitantes, la capacidad de aplaudirles una jugada, de escuchar con respeto su himno, de saludar con respeto su bandera, es propio de pueblos civilizados y cultos, y nosotros no solo hemos aprendido de deportes. Está demostrado por investigaciones recientes que en nuestro país los niños de tercero, cuarto y quinto grados tienen un nivel incomparablemente superior al nivel de conocimiento que tienen en el resto de los países de América Latina.
Cuba está en primerísimo lugar en cuanto a la calidad de la educación. Cuba está en primerísimo lugar en otras muchas cosas: en deporte, más medallas per cápita en las olimpiadas; en la salud, los más bajos índices de mortalidad infantil en el hemisferio, incluido Estados Unidos, con excepción quizás de Canadá. Pero no es solo eso, este país ha adquirido conciencia, cultura general y política, sentido de dignidad, de respeto.
Por eso es que en nuestro país nunca nadie ha ofendido a un ciudadano norteamericano, porque esta Revolución se hizo y se desarrolló no sobre la base de fanatismos ni dogmas de ninguna índole, mucho menos de odios y prejuicios, sino de ideas, de conciencia, de cultura. Aprendió a pensar. El espíritu revolucionario lo llevamos en el alma, y no es revolucionario el que insulta, sino el que sabe que tiene la verdad y es capaz de sostenerla y defenderla. Ese es nuestro pueblo. Ningún país del mundo podrá dar el ejemplo que puede dar Cuba, ejemplo de hospitalidad y de respeto a los visitantes.
Nunca hemos inculcado odio contra el pueblo norteamericano o contra el ciudadano norteamericano. Siempre hemos achacado la responsabilidad al sistema; en primer lugar al sistema. Tal sistema es muy difícil que produzca buenos gobiernos, con excepción de algunos brillantes estadistas como Roosevelt, en momentos de profunda crisis del capitalismo, auge del fascismo en Europa y grave riesgo de conflicto mundial. Algunos un poco más escrupulosos, otros menos; algunos con más ética, otros con menos; algunos más inteligentes que otros; algunos con más conciencia de la historia o con más sentido de la responsabilidad, otros con menos o ninguna de las dos cosas. El propio sistema establecido en ese país, su poder, su riqueza, sus fundamentos económicos y sociales, engendra egoísmo, arrogancia, prepotencia, y diseña gobiernos casi exclusivamente para sostener y extender un gran imperio. Pero nunca hemos nosotros culpado al pueblo norteamericano ni del sistema ni de sus gobiernos. Es que muchas veces estos no pueden hacer nada y, sin embargo, tienen poder para hacer otras muchas cosas. Es la realidad.
Aquel encuentro deportivo del 28 de marzo en La Habana sirvió para que mucha gente en ese país tuviera una visión directa de Cuba. Esa misma noche hubo dos recepciones —porque se iban el lunes—: a todos los que vinieron con el equipo de los Orioles, cientos de personas, a las 7:30, y a la 1:00 de la madrugada otra para un gran número de artistas, músicos norteamericanos que habían estado actuando con los músicos y artistas cubanos. Créanme: ¡No se imaginan cuántos elogios escuché ese día sobre Cuba! Cuando pasaba el equipo, todos los que estaban asociados al deporte, no escuchaba más que elogios, llenos de admiración hacia nuestros atletas, hacia nuestro público, hacia nuestro pueblo. Y no estaban diciendo mentiras o cosas por halagar, como suele pasar muchas veces; al contrario, cuando uno ve que con gran calor expresan esos conceptos, es que han recibido una agradable y, tal vez para la inmensa mayoría, sorpresiva impresión de lo que es nuestro pueblo.
Después pasaron los artistas, los músicos, y ocurrió exactamente lo mismo: yo he tenido que dar la mano a no sé cuántos esa noche, y cada uno se paraba un minuto al lado a hablarme de los músicos. Fueron ellos y los músicos cubanos a la recepción: ¡Impresionante! Aquellos admiraban el deporte, y los otros admiraban la cultura de nuestro país, el arte de nuestro país, el desarrollo de la música en nuestro país, que no en balde existe también una Escuela Superior de Arte y numerosas escuelas de arte.
Son muchos los campos en que nuestro país ha avanzado extraordinariamente, y lo más meritorio es que aun en estos años tan difíciles nada de eso cayó; incluso aquel famoso teatro destruido por un incendio se reconstruyó y se inauguró recientemente. Y se está reconstruyendo el antiguo museo y creando otro; vamos a tener dos excelentes museos. Nuestro país posee un gran caudal de obras de arte que van a estar al servicio del pueblo para que sea cada vez más conocedor y culto en estas materias.
Son muchos los campos. Cómo en estos años no se cerró una escuela, y miles y miles de nuevos maestros se incorporan, ya con grado de licenciados, a la enseñanza primaria. Cómo no se cerró un policlínico. En estos años de período especial alrededor de 30 000 nuevos médicos se han incorporado a nuestros servicios de salud. ¿Qué otro país pudo hacer eso en medio del bloqueo y después que desapareció la URSS y el campo socialista? Estos son los grandes méritos de nuestro pueblo. Yo creo que un día como hoy debemos resaltarlo, porque esta es una obra de todos.
Ahora bien, hay que ser justos. Obtuvimos una victoria, una gran victoria sobre los Orioles. Algunas agencias de prensa la califican de aplastante victoria. Nosotros no queremos calificarla así; yo digo que fue una victoria histórica, una buena victoria, pero no usaríamos jamás la palabra aplastante. No queremos aplastar a nadie y mucho menos a un equipo gracias al cual se pudo efectuar ese tipo de encuentro entre dos concepciones del deporte; entre un gran equipo de Grandes Ligas y un equipo de la pequeña Cuba (Aplausos), no profesional, gracias al esfuerzo de los dirigentes de aquel equipo, del accionista principal y principal rector del equipo de los Orioles. Luchó durante años hasta que logró que se aceptara este encuentro.
Se discutió mucho, no vayan ustedes a creer que fue fácil, porque había quienes estaban en contra del encuentro. No me refiero en este caso a los provocadores tradicionales, sino a importantes políticos que se oponían a este encuentro; otros lo apoyaban. En esa situación era difícil concertar el encuentro aquí. Los ingresos, a qué se destinaban y cómo se destinaban, fueron motivo de mucha discusión, no por su monto, sino por las regulaciones del bloqueo, a las que se unían algunas exigencias caprichosas, y no precisamente por parte del equipo de los Orioles, no. Aquellos que querían crear obstáculos, pretendían determinadas condiciones que eran inaceptables.
Los dirigentes del equipo de los Orioles y otros dirigentes de las Grandes Ligas apoyaron el encuentro, se discutió bastante, y solo alrededor del 10 de marzo, unas dos semanas y media antes del primer juego, ya se pudo decir que había un acuerdo en lo esencial, aunque quedaban algunas cosas por discutir. Se fueron venciendo todas las dificultades y se produjo el encuentro. Se hizo difícil el segundo encuentro por distintos detalles, fue necesario vencer importantes obstáculos.
Uno de los primeros obstáculos reales es que habíamos conveniado con el equipo de los Orioles, aceptado por las autoridades de Estados Unidos, que en esos dos encuentros cada equipo se trasladaría al otro país en líneas aéreas de su país; por tanto, era de suponer que los cubanos viajaríamos en nuestros propios aviones, en naves de nuestras empresas aéreas.
De repente surge un problema, del que al parecer no se habían dado cuenta —es que han hecho tantas leyes, enmiendas y más enmiendas, que han creado tales situaciones que son verdaderamente absurdas—, el problema del riesgo de que si llegaban dos aviones cubanos, que era lo que íbamos a enviar, con nuestros atletas y demás miembros de la delegación, inmediatamente que aterrizaran en aquel aeropuerto podían ser objeto de reclamaciones por parte de cualquier bandido, cualquiera de esos famosos individuos que fueron ciudadanos cubanos dueños de centrales, de grandes latifundios, de industrias y variadas propiedades, que se marcharon para Estados Unidos creyendo que la Revolución iba a durar unos pocos meses, en virtud de esa famosísima Ley Helms-Burton que les atribuye el carácter de propietarios norteamericanos afectados; más otras regulaciones, más una enmienda que hicieron recientemente, sin que nadie se enterara, porque desgraciadamente muchas de las leyes, como las del presupuesto cada año --y Alarcón lo sabe— tienen 4 000 ó 5 000 páginas y nadie las lee, y todo lo que se añada que huela a algo contra Cuba ni se preocupan, una enmienda más y una más se aprueban a cada rato. Han armado un enredo tal en ese país que hoy estamos viendo las consecuencias.
Recientemente se cortaron las comunicaciones. ¡Ah!, sí, por las decisiones de un juez, atendiendo demandas de un grupo de abogados y familiares de tres personas que fallecieron a causa del incidente provocado, el famoso incidente de las avionetas —que no ocurrió al lado de las costas de Washington, ni de la Florida, ni de Cayo Hueso, sino a unas pocas millas de nuestras costas—, que no se cansaron de violar el espacio aéreo del país, y, en ocasiones, volar sobre el territorio, cosa que ningún país del mundo admite o puede admitir y que fue motivo de incontables advertencias de que podía dar lugar a un incidente, como, efectivamente, dio lugar al mismo. Los reclamantes pedían casi 200 millones de dólares de indemnizaciones, más de 60 por cada una de ellas.
¡Ah!, pero no es solo ese caso. Cualquier sujeto de aquellos que hayan dejado propiedades aquí y que pasaron a manos de la Revolución, tiene derecho a buscarse cualquier juez y establecer una demanda para congelar, incautar o confiscar cualquier propiedad de Cuba. Por ese procedimiento presentaron una demanda para confiscar los fondos que nos tienen que pagar por las comunicaciones telefónicas, porque, lógicamente, en las comunicaciones telefónicas que se brindan entre los países, cada país recibe la parte que le corresponde por los servicios que presta y, en este caso, nosotros teníamos que brindar gratis los servicios telefónicos, porque a un juez bandido y conocido cómplice de las provocaciones contra Cuba, frente a un gobierno impotente, se le ocurre, en virtud de todas esas leyes y enmiendas locas que han establecido, hacer una demanda y confiscar o pretender confiscar los fondos; y están los fondos congelados mientras los juicios pasan, o, más que los juicios, los meses pasan y pasan, sin que se sepa al final qué va a pasar.
Congelaron así las obligaciones a pagar del mes de diciembre, y nosotros advertimos: No se pueden congelar esos fondos, tienen que pagarnos, de lo contrario, tomaremos medidas. Efectivamente, no quedó más remedio que tomar las medidas pertinentes y se cortaron las comunicaciones telefónicas con las empresas de Estados Unidos que atendían este servicio, en virtud de acuerdos aprobados por el Gobierno de Estados Unidos, concertados con Cuba, excepto con una que se le olvidó al juez, o a los abogados, o no sé qué, todavía no se explica bien, y esa siguió como línea cumpliendo sus obligaciones de pago y funcionando. Las llamadas desde Estados Unidos tienen que hacerlas ahora a través de España, a través de Italia, a través de Portugal, o de otros terceros países, deben dar la vuelta no se sabe por dónde, aunque siguen las llamadas, pero los servicios no son de la misma eficiencia y son más costosos para esas empresas norteamericanas.
Nosotros tenemos una empresa mixta —en que, por supuesto, son mayoritarias las acciones del Estado cubano— que administra las instalaciones telefónicas del país, esa empresa tiene contratos con varias empresas norteamericanas. Desde que el juez les ordena a estas no pagar, ¿qué querían? ¿Que nosotros siguiéramos prestando los servicios? Se cortaron los servicios, era inaceptable. No sé si habría algún tonto por ahí que creyera que eso era incorrecto. Lo estúpido y lo incorrecto, realmente, sería estar prestando un servicio, que nos cuesta trabajo, nos cuesta energía y recursos, para que un señor juez allá lo esté congelando. No señor, y ya veremos cómo se resuelve ese problema.
Pero no es eso solo, una nueva política: Confiscar prácticamente las patentes nuestras, las marcas más prestigiosas, por ejemplo, el ron Havana Club, en virtud de una demanda de los que precisamente más dinero aportaron para la aprobación de la Ley Helms-Burton, que es, precisamente, la empresa Bacardí, se apoderaron, porque les dio la gana, ¡porque les dio la gana!, de la marca del ron Havana Club, uno de los más prestigiosos del mundo, y han estado enfrascados en una lucha con la empresa francesa que es socia de Cuba en la comercialización de ese ron. Como ustedes comprenderán nosotros no tenemos la menor posibilidad de hacer demandas en Estados Unidos, ni mucho menos encontrar un juez que nos dé la razón, eso sería una ilusión, ¡nunca ha pasado!
Ahora están juzgando a un grupo de amiguitos del gobierno de Estados Unidos, miembros de la Fundación Cubano Americana famosa, por el atentado que me iban a hacer en la isla Margarita; por casualidad los sorprendió un guardacostas norteamericano que buscaba traficantes de drogas, están presos y están siendo sometidos a juicio, vamos a ver en qué termina aquello, porque, por un lado, aparecen los tipos en el juicio, y, por otro, retratados con altas personalidades políticas de Estados Unidos, altas personalidades del gobierno.
No, nunca nos ha dado un juez la razón en ese país.
Los franceses disputan; pero, incluso, recientemente les quitaron la razón a los franceses, y está la empresa francesa recurriendo.
Bueno, ya no hay reconocimiento de la marca. Es una descarada violación de las leyes internacionales, una violación de un derecho reconocido. Así lo hacen o lo pueden hacer con otras marcas. Espero que nadie se queje si un día nosotros empezamos a producir Coca-Cola —vaya, tal vez hasta la hacemos mejor— y a una latica de esas le ponemos: Coca-Cola cubana, y quizás por curiosidad haya quien la venda; porque un italiano que tiene también un negocio en sociedad con una empresa cubana, está produciendo vino y es de bastante buena calidad.
Yo dije: ¡Estará loco el italiano! No. Incluso, las uvas no estaban sembradas todavía, ya tenía la fábrica y la echó a andar, y utilizó jugo concentrado de uva importado, mientras desarrolla la plantación y ha hecho un vino de uva y de buena calidad. Dijo que un día lo iba a vender a no sé cuánto, creo que a 100 dólares alguna de esas botellas. Y recientemente vendió, en una exposición que hizo, algunas botellas en 80 dólares.
Alguna gente dice que si Cuba produce un ron de tan buena calidad y tiene tanta fama por el ron y el tabaco, debe ser bueno este vino. Realmente el vino no era malo ni mucho menos, pero el hecho es que vendió el vino; el prestigio es el prestigio, y la fama de un país es la fama de un país.
A lo mejor hay quien dice: ¡Caramba!, vamos a probar la Coca-Cola cubana. O si no, marcas de artículos de perfumería u otros muchos para vender en lo que llaman mercado de fronteras. No, que no se quejen si empezamos a utilizar cualquier marca norteamericana para producir y comercializar productos. No nos vamos a quedar, desde luego, es de suponer, con los brazos cruzados.
Pero algo peor: el colmo fue que nuestro equipo no podía viajar en aviones cubanos y eso puso seriamente en riesgo los juegos; fue motivo de preocupación por parte de las autoridades norteamericanas, porque en ese enredo, la telaraña que han armado durante años, se ven impotentes para impedir que cualquier pelafustán establezca una demanda contra los aviones cubanos.
A esos extremos hemos llegado, y por ese camino, realmente, ni siquiera el equipaje de un funcionario de empresas o de la administración pública de Cuba que viaje a Estados Unidos va a estar seguro. Cualquier día al compañero Alarcón, Presidente de la Asamblea Nacional, que tiene que viajar para discutir distintas cuestiones respecto a los acuerdos migratorios y otras cosas, le confiscan su maletín de mano. Es algo increíble, una cosa ridícula e insólita.
Ahora, imagínense lo que significaría que fuera el equipo con toda la delegación, con los atletas antiguos y actuales, destacados trabajadores, estudiantes, jóvenes y les confisquen el avión. ¿Ustedes se imaginan qué escándalo mundial, realmente? Bueno, pupilos en el hotel. Sí, realmente, pupilos, no tendrían avión para regresar, y posiblemente se habrían empeñado en regresar en su propio avión. Les ofrecerían alojamiento, albergue —no sé quién lo pagaría— y posiblemente comida; a lo mejor no tenían hambre, no tenían apetito o se negaban a aceptar aquellos alimentos, ¿se imaginan qué escándalo?
Creo que el gobierno de Estados Unidos estaba sinceramente preocupado por ese problema, porque no tenía solución para el mismo. Por varias razones preferíamos nuestras líneas, tenemos mucha confianza en nuestros pilotos que hablan español, los que prestan servicios en el avión, aeromozas y otros trabajadores de las líneas aéreas. Preferimos los nuestros que hablan el español, creo que influye psicológicamente marchar en un avión de su país, crea más confianza; sobre todo si se trata de un país como este que ha tenido que sufrir experiencias tan amargas como el brutal y monstruoso atentado en pleno vuelo de un avión de pasajeros civiles, donde pereció íntegro nuestro equipo juvenil de esgrima, campeón de unas competencias internacionales, que regresaba lleno de medallas a Cuba. Realmente nos sentimos más seguros cuando los tripulantes son nuestros, hay más cuidado en todo sentido y más vigilancia para garantizar la seguridad de los aviones.
Pues se creó un problema muy serio. ¿Qué hacer? Para nosotros era humillante, además de injusto, tener que contratar a una empresa extranjera uno o dos aviones para trasladar a nuestra delegación, y se puso en serio peligro la realización del viaje. Ellos nos lo advirtieron, que ese peligro existía, que prácticamente era seguro que ocurriera, pero que no podían hacer absolutamente nada; realmente lo advirtieron unos días antes del viaje.
Nosotros teníamos que tomar una decisión, y pensamos que, realmente, era importante que se realizara ese encuentro. Mucha gente había trabajado de buena fe por ese encuentro; solo los más recalcitrantes enemigos de Cuba se oponían al mismo. Meditamos bien. Aunque sea duro para nosotros, aunque sea muy duro renunciar a ese derecho acordado, ejercerlo crearía, por las razones que expliqué, inevitablemente, un conflicto serio. Iba a ser muy triste que lo que se concibió como un intercambio amistoso, o encuentro deportivo amistoso —aunque no sea el primero, ha habido muchos—, se convirtiera en un conflicto, en un problema que solo haría felices a los que tan rabiosamente se oponían al encuentro. Actuando con toda la serenidad y responsabilidad necesaria, nos resignamos a la idea de renunciar a hacer el viaje en nuestros aviones y contratar un avión de una línea extranjera —en este caso canadiense— para realizar el viaje. Aceleradamente contratamos la nave.
Apareció una nave grande, de más de 300 pasajeros, en vez de dos naves más pequeñas; yo, realmente, habría preferido dos más pequeñas. Tiembla uno cuando piensa en la carga que llevaba ese avión: además del equipo, más de 100 antiguos atletas destacados, e innumerables compañeros, trabajadores destacados, premiados, jóvenes destacados, estudiantes destacados. Realmente, cuando vi despegar aquel aparato, habría preferido dos aviones más pequeños.
Bueno, se resolvió ese problema. Pero vean qué situación existe. Es inadmisible ese conjunto de medidas que se han tomado con nuestro país, que tampoco es un país indefenso, nuestro país sabe defenderse. Van creando precedentes que un día se pueden volver contra ellos. Nosotros también tenemos abogados capaces, tenemos moral alta, muchos recursos morales y legales para enfrentar esa feroz ofensiva contra los intereses de nuestro país.
Debemos decir, realmente, lo siguiente: Las autoridades —digamos el gobierno, aunque allí hay no se sabe cuántos gobiernos, cuántos intereses y cuántas políticas encontradas— actuaron de buena fe en esta cuestión.
No era unánime el criterio dentro de Estados Unidos, pero nos consta que se interesaron en buscar alguna solución a estos problemas; nosotros, por nuestra parte, cooperamos en esa solución.
Al final hubo algunos problemas con las visas, realmente. Por poco se crea otro obstáculo que, en ese caso, habría sido insuperable. Faltaban las visas de más de la tercera parte de la delegación, y eso sí que no podíamos admitirlo, porque no había argumento, no había razón, no había nada en absoluto que pudiera justificar aquello, y habíamos tomado la determinación de que si no se concedían las visas solicitadas, la delegación no viajaría.
Entre otras cosas, se hablaba del tiempo en que se había presentado, y el tiempo de las últimas visas solicitadas vino a ser unas 72 horas antes del juego. Y nosotros aquí, cuando se produjo el encuentro en La Habana, autorizamos el aterrizaje de aviones, que a última hora quisieron venir, en pocas horas; visas solicitadas con solo seis horas de anticipación. No podía existir el pretexto del tiempo.
Nuestra delegación iba a quedar desintegrada antes de salir para Baltimore, cuando todos los compañeros habían sido avisados, se habían preparado las condiciones de ropa y todo lo necesario para un corto viaje; pero, sobre todo, el entusiasmo de decenas y decenas de compañeros, antiguos deportistas, jóvenes, estudiantes y trabajadores que estaban felices de que les hubieran concedido la posibilidad de estar allí.
Nosotros dijimos: ¿Qué? ¿Acaso son personas que hayan cometido delitos, crímenes, faltas? ¿Hay uno solo al cual se le puede imputar una acción inmoral o ilegal que justifique la negativa de visa? Y cosa realmente extraordinaria —bueno, hubo que luchar—, plantearon, al final, que había algunos compañeros impugnados. Dijimos: ¿Cuál compañero está impugnado? ¡Ah!, no, que Ordaz no puede viajar. ¿Que Ordaz no puede viajar? ¿Qué ha hecho Ordaz?
Conozco a Ordaz demasiado bien, porque lo vi construyendo hospitales allá en plena guerra, trabajando con sus manos hospitales de guano y de madera que salvaron muchas vidas, y después del triunfo de la Revolución ha trabajado 40 años en ese hospital, que era en el capitalismo horrible almacén de enfermos mentales, donde los enfermos morían masivamente, y que es hoy uno de los centros de atención mental más prestigiosos del mundo —fíjense lo que les digo: uno de los más prestigiosos y reconocidos del mundo—, admirado por muchas personas. Quien lo ha dirigido durante cuatro décadas es una de las personas más humanas, respetadas y queridas por toda la población. Ha devuelto la salud a incontables personas. Conducta intachable, consagración total y absoluta a su noble trabajo lo caracterizan. ¿Qué ha hecho Ordaz para merecer tal exclusión? ¿Será porque una bandida, hija de un esbirro batistiano que asesinó a decenas de jóvenes antes de refugiarse en Estados Unidos, ha tenido la infamia de decir que ese hospital es un centro de torturas? Asco y repugnancia producen tales calumnias y más repugnante todavía es que haya quienes las crean o se dobleguen o acobarden ante semejantes afirmaciones, aun sabiendo que son totalmente falsas. Era tan indignante, que no podía admitirse aquella exclusión.
Nosotros teníamos el deber moral de excluir de inmediato a cualquiera sobre el cual se pudiera hacer una imputación de cometer un crimen, ser un contrabandista de drogas, un vicioso, un inmoral; pero resignarse a aceptar que un compañero como el que ha dirigido ese hospital durante 40 años no vaya era imposible. Yo me preguntaba: ¿Será porque el pueblo lo ha elegido miembro de la Asamblea Nacional? Digo: Pero Fernández también es miembro. Linares y Pacheco, atletas del equipo, también lo son. No era posible.
Las primeras dificultades surgen con Alarcón: "Por favor, es mejor que se retire la solicitud de visa." Les preocupaba también Fernández; pero más Alarcón por su cargo. Está bien. ¿Alarcón? No hay problema, respondimos, Alarcón está en Londres, cuando regrese discutiremos con él esto. El no iba por su cuenta, lo habían invitado varios dirigentes de las Grandes Ligas. Lo persuadiremos de que es conveniente declinar la invitación. Resuelto el problema de Alarcón. Quedaba lo de Fernández, que era Presidente del Comité Olímpico; pero surgió el de los aviones, que era mucho más complicado que el de Fernández. Nosotros tuvimos el gesto de resolver el problema de los aviones, pero el peor fue el que se presentó a última hora con las visas de la delegación. Era evidente que alguien con deseos de fastidiar estaba haciendo de las suyas.
Me reuní con todos los compañeros de la delegación, fue, realmente, una reunión emocionante. Estaban los atletas ya seleccionados. Eso fue el sábado, el mismo día Primero, después de tan grandioso desfile, expresión del espíritu de nuestro pueblo y de nuestros trabajadores, del creciente espíritu de lucha de nuestro pueblo; después de ese desfile, ocupó casi todo el tiempo el delicado enredo de las visas. Surge alrededor de las 3:30 de la tarde. La delegación debía partir al otro día por la mañana. Teníamos convocada desde antes una reunión con la misma a las 6:00 de la tarde. Yo decidí plantear el problema a los atletas y a todos los miembros de la delegación: Vengo a despedir a una delegación que no sé todavía si va a viajar o no. Hay estos problemas. Les expliqué bien lo que estaba ocurriendo con las visas. Digo: O vamos todos o no va ninguno (Aplausos). Eso que ustedes están haciendo fue lo que hicieron, aplaudieron con una tremenda fuerza, todos los miembros de la delegación y todos los atletas. Así llegamos al extremo de no saber cuándo salían, manteniendo la esperanza de que pudieran hacerlo, porque era tan razonable la posición nuestra que esperábamos una solución.
Bueno, el plan establecido era salir a las 10:00 de la mañana del domingo. Ya no se pudo salir a las 10:00 de la mañana de ese día. A la hora en que estábamos reunidos con la delegación la tarde anterior no podía saberse. Había que hacer una práctica, que se pensaba realizar el domingo por la tarde en Baltimore; si esas visas que faltaban no llegaban antes de las 10:00 de la mañana, perdíamos la práctica aquí y la práctica allá. Se decide hacer la práctica el domingo por la mañana en Cuba.
Cuando estábamos reunidos desde las 6:00 hasta las 9:00 de la noche del sábado no existía la solución. Hicimos entonces un plan: Si a las 12:00 de la noche no tenemos respuesta, suspendemos el viaje de las 10:00 de la mañana. Si a las 12:00 del día del domingo no tenemos respuesta, suspenderíamos el viaje por la tarde y esperaríamos hasta las 10:00 de la mañana del lunes. Les pregunté a los atletas y en especial a los pitchers: Si saliéramos a la 1:00 de la tarde del propio día del juego y se llegara allá al hotel a las 5:00, después del viaje, y del hotel fuera necesario ir al campo para hacer un breve reconocimiento del terreno y a prepararse para el juego, ¿ustedes creen que podrían mantener la misma eficiencia, el mismo control? ¿No les haría daño? Todos dijeron: "Podemos hacerlo; aunque tengamos que iniciar un largo viaje a la 1:00 de la tarde, estamos dispuestos a ir directo para el estadio y estar presentes allí."
Así que nosotros reservamos la posibilidad de esperar hasta el lunes a las 10:00 de la mañana, disponiendo de solo tres horas para viajar al aeropuerto, realizar trámites mínimos y tomar el avión. Era posible que nuestro equipo, además de todos los problemas que he planteado, tuviera que viajar y del aeropuerto seguir para el estadio. Estábamos dispuestos, si había una respuesta razonable, a cumplir nuestra cita, y reservamos la esperanza de que se reflexionara sobre el tema. Podíamos esperar.
La única consecuencia que tuvo, realmente, fue que en vez de salir por la mañana salimos por la tarde del domingo, a las 5:00 —digo salimos porque yo me fui con ellos, espiritualmente, ¿no?
(Un miembro de la delegación dice: "Eso hubiéramos querido.")
Yo hacía más por ustedes desde aquí.
Salieron a las 5:00 de la tarde para llegar al hotel a las 9:00, directo a dormir, y sé que durmieron como 12 horas, porque eso era lo más importante. Hicieron sus prácticas por la mañana, fueron a la villa, almorzaron, descansaron un rato, partieron hacia el aeropuerto, subieron al avión, llegaron a la hora calculada al hotel, cenaron, y a dormir; por lo menos 12 horas —eso estaba presente en los batazos que dieron ayer—, después de almuerzo también descansaron, y para el estadio.
Todos esos problemas se presentaron. Afortunadamente, ya alrededor de las 10:30 de la noche del sábado, estábamos en el acto de la CTC, llega la noticia de la respuesta positiva de que todas las visas faltantes serían concedidas.
Da la casualidad que Ordaz había estado el año pasado en Washington, nada menos que para recibir un premio de la Organización Panamericana de la Salud. No hubo el menor problema con su visa. Qué cosas horribles habrá hecho Ordaz que no pudiera ir a Baltimore, cuando la Organización Panamericana de la Salud le había entregado en Washington un premio. Sin duda que aquello no tenía pies ni cabeza.
Se nos dijo que se haría un gran esfuerzo durante toda la noche para que a las 10:00 de la mañana estuvieran listas las visas; ya eso nos obligó de todas maneras a la variante de hacer el ejercicio por la mañana en Cuba, pues, como dije, si movemos a la gente desde temprano para el aeropuerto, se retrasan las visas y perdemos el ejercicio aquí y allá. Dijimos: Ejercicio aquí por la mañana, viaje por la tarde. Y, efectivamente, ellos cumplieron, dieron todas las visas.
Tengo la impresión, realmente, de que alguien tomó aquella decisión absurda; pero no fue tomada por los más altos niveles del gobierno, y tan pronto muchas personas allí, legisladores, personalidades influyentes, conocieron esa noticia y los propios dirigentes de las Grandes Ligas lo conocieron, se movieron y explicaron. Lo cierto es que la respuesta tardó unas seis horas, pero en esos términos todavía imprecisos de que se haría un esfuerzo para que estuvieran a la hora mencionada. Esa es la historia.
Hay que ver de qué nivel salió la absurda idea de tronchar un tercio de nuestra delegación sin ningún argumento que lo pudiera justificar, y ahí fue donde unidos todos tomaron la decisión de no aceptar ninguna exclusión injustificable. No fue una decisión del gobierno, fue discutida y aprobada con todos ellos.
Antes de que se acostaran, a las 12:00 de la noche ya les informamos que el problema estaba resuelto, pero que no era conveniente salir por la mañana por los riesgos que entrañaba cualquier dilación en la entrega de las visas. Fue el último obstáculo a resolver.
Es honesto admitir que las altas autoridades norteamericanas, que se vieron envueltas en dificultades por una causa o por otra, mantuvieron en todo momento el propósito de que se realizara el encuentro y estaban decididas a respetar, en lo posible, lo acordado; la cuestión de los aviones se volvió lo imposible.
Hay que decir que las autoridades de la aduana en Baltimore dieron todas las facilidades, de manera rápida, para que nuestros atletas pudieran estar a las 9:00 en el hotel, y las autoridades encargadas de la seguridad dieron todas las facilidades y cooperaron. Se anunciaban veinte cosas tremebundas y nadie ni se acordaba de eso. Venir a asustar a un atleta o a un miembro de esta delegación es absolutamente imposible.
El Alcalde de Baltimore —lleva varios años de alcalde, una magnífica persona, ha visitado nuestro país; estuvo con nosotros el día del encuentro— fue de los que se movilizaron también para encontrarles solución a los problemas, cooperó al máximo.
La población de Baltimore se mostró hospitalaria, respetuosa, muy interesada en el partido y de que se realizara en paz; estaban interesados en el deporte, no en los grupitos de politiqueros que querían perturbar el orden y que, efectivamente, más de una vez trataron. Es sobre ese tema que se estaba interesando aquí el compañero hace un rato.
De manera muy especial, excelentemente buena y valiente, se comportó el señor Peter Angelos, principal accionista y rector de los Orioles. Tanto en el período anterior y en los años que luchó por este encuentro como en el esfuerzo realizado para obviar dificultades y llevar a cabo el encuentro en La Habana, aun cuando estaban muy próximos a comenzar su campeonato, aun cuando este juego iba a efectuarse en medio de la serie, hizo el máximo, se empeñó en ello. Se marchó de nuestro país realmente agradecido, reconocido por las atenciones, la hospitalidad. Fue número uno en la lucha, porque este encuentro se desarrollara.
Recuerdo que él estaba al lado mío, a la derecha, durante el partido aquí en La Habana, y cuando aquello estaba duro yo lo veía tenso ciertamente; no se sabía quién iba a ganar en aquel partido, y al fin y al cabo dije: "Bueno, después de todos los esfuerzos que han hecho sería una pena..." Bromeé con ellos y dije: "Van a bajar las acciones de la empresa si pierden el juego." Deseábamos ganarlo, pero lo perdimos. Yo me consolaba pensando: Este juego es mejor que lo ganen ellos, es casi un merecido premio de quien luchó tanto, mucho más que nosotros, por ese partido. El que tenemos que ganar es el de allá, allá es donde tenemos que ganar. Se portó muy bien, y digo que también otros miembros, personalidades y dirigentes de las Grandes Ligas.
La multitud que estaba allí fue respetuosa, manifestó su entusiasmo. También nuestra gente llevó cornetas, platillos y todo, pero con un principio: No hacer nada que pueda desagradar o entorpecer el trabajo de los atletas. Si hay un jonrón, mientras se corren las bases, se pueden tocar todos aquellos instrumentos; o entre inning e inning se pueden tocar todos, y escuchamos cornetas y de todo aquí. Creo que una diana tenían allá (Le dicen que había cornetas). Las cornetas, allá estaba Armandito, el tintorero, entre los más ilustres miembros de la delegación dirigiendo la orquesta (Aplausos).
Pero, por encima de todo, educados; por encima de todo, educados; no hacer nada que esté contra las costumbres. Si la costumbre allí es callarse cuando la bola está en juego, todo el mundo callado, en silencio, y recomiendo que incluso animen y hagan todo el ruido posible en el momento en que no estén estorbando absolutamente. No hagan nada que pueda lastimar la sensibilidad de aquel público. Fue lo primero.
Segundo, no dejarse provocar, no darles el gusto de que ustedes realicen allí un acto de fuerza. Si pasan por el lado de ustedes, ustedes callados; si dicen una tontería, callados; máximo de serenidad, ecuanimidad. Ustedes conocen bien a nuestra gente que no le gusta que la insulten, y hasta eso les dije: Hasta un insulto, ustedes siguen de largo, oídos sordos, excepto que los agredan físicamente; si los agreden físicamente, entonces defiéndanse con todas las energías necesarias, y así se hizo (Aplausos).
Que suenen la corneta, a ver, que no la hemos escuchado bien (Suenan la corneta). (Aplausos.) Parece un tren, una locomotora (Vuelven a sonar la corneta). Oye, ahora no estamos entre inning, estamos al bate aquí (Risas y aplausos). Te lo pedí una vez, no la suenes más.
Se portaron con toda la educación requerida, dieron ánimo al equipo; eran 300 y parecía que había miles. Además, alrededor de 3 000 residentes en Estados Unidos, de distintas nacionalidades, incluso cubanos, fueron al estadio y apoyaron.
Ya les dije que el público fue muy respetuoso; y en las variadas ocasiones en que determinados individuos se lanzaron al terreno para llevar a cabo provocaciones, el público los abucheó, los condenó. Fue una estupidez, como siempre, de esos señores que creían que iban a ganar algo con eso, y lo que se ganaban era la antipatía de los aficionados.
El caso al que se refiere el compañero fue aquel en que al umpire que estaba en segunda, un individuo de estos enloquecido salió corriendo hacia él. Por ahí están las vistas. En la televisión, por donde todos estábamos viendo el juego, no aparece la escena inicial; pero después la CNN, que había sacado unas vistas sobre el momento en que el individuo está llegando al umpire, las trasmitió.
Nosotros estábamos analizándolo después cuando vimos aquello, es decir, el lugar exacto donde ocurre el incidente, la actitud agresiva con que el individuo llegó a donde estaba el umpire desde atrás, con un letrero va para arriba de él, se ve así —ahí están las vistas, yo estaba recomendando publicarlas, estuve conversando con él para que las viera, y creo que ya la televisión las trasmitió—, el pedacito ese en que llega, cómo se entabla una especie de lucha grecorromana entre el umpire y el tipo. El tipo, incluso, de algunas artes sabía, porque llega un momento en que el provocador está haciéndole una llave al umpire; pero hombre rápido, y tal vez un verdadero prospecto en materia de judo, o de lucha grecorromana —no sé lo que será— (Aplausos), logró quitárselo de la espalda, controlarlo, a pesar de que tenía buen peso el tipo, y colocarlo "delicadamente" (Risas y aplausos) en el "pasto". De verdad, muy elegante. Lo tenía allí, ni un piñazo, ni una patada, un verdadero campeón de la ecuanimidad, a pesar de que sé, porque lo veía, que estaba realmente indignado e irritado.
No se puede concebir que alguien se introduzca en el terreno hasta la segunda base, donde estaba el umpire, a agredirlo allí. Es que si lleva un papelito... No, fue prácticamente a restregarle en la cara, y se ve ahí en la foto todo claro. Ahora, qué ecuanimidad tuvo; por lo tanto, lo dominó y después delicadamente le entregó a la policía el trapo aquel que traía allí. Ese fue el incidente. El decía hasta que la policía no hizo lo que debía hacer. Yo le decía que había que ponerse en el lugar de aquella policía, la tolerancia que ha tenido siempre esa gente: desde cualquier lugar se tiran y los sorprenden, no pueden impedir que hagan algunas de esas estupideces, porque, bueno, fue hasta segunda base. ¿Qué hizo el público? Abucheó a aquel caballero.
Espero que se tomen algunas buenas fotos de aquel arte marcial con que nuestro umpire estableció la disciplina allí frente al agresor. Creo que después la policía le dio las gracias por su colaboración.
Los atletas observando, pero ecuánimes, cumplieron estrictamente todo. Los Orioles tienen confianza en nuestros umpires y eso nos honra, porque vieron al umpire nuestro de home aquí y quisieron que fuera el umpire de home allá. ¿Por qué? Por la seriedad, la imparcialidad en las decisiones. Tienen una gran confianza en nuestros umpires por su imparcialidad, que es un principio de nuestro deporte.
Fue el único incidente visible donde los provocadores hicieron un ridículo. No nos pueden culpar en absoluto, porque ese es un umpire al que le van para arriba, sobre la base donde tiene que trabajar. No fue en la primera, ni en la tercera, ni en la línea del right field o del left field, fue en el centro del cuadro.
Esa es la historia. Lo que hay que ver lo que tiene la televisión, si bien lo que se ve es el momento en que él llega, es muy poco, muy breve. Toda la batalla aquella que se libró, en cambio, está completa, debe haber durado un minuto. A mí me parece que duró por lo menos un minuto, hasta que estuvo todo en orden y él fue para su puesto.
Tengo entendido que la policía ha arrestado a un grupo de los que se lanzaron más de una vez al campo. Es posible que los suelten rápido, eso es lo de menos, pero un gesto es un gesto: arrestar a cuatro bergantes de esos que están violando todas las normas y que hacen quedar mal a las autoridades, a los dirigentes. No les interesa eso.
A todos los que estaban allí les interesaba que el juego fuera exitoso, lo que les interesaba era ver un espectáculo deportivo, aunque gratis vieron uno de lucha libre en medio del partido (Aplausos). Esa es la historia.
Vamos a añadir algo más. Ustedes vieron que fue una delegación numerosa. Dirán, ¡cuánto dinero ha gastado el país en enviar tan numerosa delegación! En las conversaciones con el señor Peter Angelos, que siempre ofreció colaboración, se discutía mucho a dónde iban a parar los ingresos. Por fin acordaron que cada uno decida sobre sus ingresos, los de nosotros eran pocos, porque, bueno, allá la entrada se cobra carísimo. Lo más barato son 10 dólares, de 10 a 35 dólares los 48 000 asientos, así que por ese concepto solo se recauda cerca de un millón de dólares. Luego están todas las recaudaciones por la publicidad, por las numerosas cadenas de televisión, anuncios, de todo; nada de eso había aquí, no había ni tiempo de prepararlo. Aquí lo ingresado por la televisión apenas cubría los gastos, pero allí los ingresos eran elevados y se acordó que una parte de la recaudación se destinaría a costear los gastos del viaje de nuestro equipo y de nuestra delegación; es decir que los Orioles pagaron los costos del avión, el viaje de ida y vuelta, el tiempo que estuvo allí. Les puedo decir que los servicios de ese avión grande costaron alrededor de 200 000 dólares. Costearon ellos igualmente todos los gastos del hotel, todos los gastos que hicieron allí en Baltimore, de modo que no costó un solo centavo el viaje de esta digna y numerosa delegación. Nadie piense que el país ha gastado un centavo.
Muy bien. Cumplieron estrictamente todo, se deshicieron en atenciones, invitaron a una delegación de niños deportistas, peloteros, de dos categorías, de dos edades, para un partido. ¿Se pusieron de acuerdo, o ellos mismos lo propusieron, que jugaran entre sí? (Le dicen que la propuesta es de ellos.) Está bien que haya una competencia entre atletas ya formados, pero entre los niños no iban a hacer un equipito por aquí y otro por allá. Me pareció buena la idea de que se mezclaran. Ellos trajeron niños aquí también, fueron recíprocos al invitar a los nuestros.
Los atletas de los Orioles se portaron de forma amistosa, respetuosa, decente con los miembros de nuestro equipo, indignados con las provocaciones aquellas y, sobre todo, a raíz del incidente que provocó el individuo que se introdujo hasta donde estaba el umpire. Hay que reconocer todo eso. Y pienso que los aficionados de Estados Unidos habrán tenido oportunidad de ver un gran espectáculo. En todas las islas del Caribe, en Centroamérica, en todas partes, es posible que en Europa también haya aficionados, en Italia, en Holanda, en Japón, me imagino que en todos esos países decenas y decenas de millones de personas vieron este histórico partido.
Nosotros no fuimos a buscar nada, está bien claro: ni buscamos ventajas económicas ni buscamos ventajas políticas de ninguna clase; ni buscamos propaganda. Más propaganda que la que nos han hecho con
sus tonterías durante 40 años los enemigos de esta Revolución no puede hacerse. Es como un bumerán que se vuelve contra ellos. Cuando vienen aquí y ven un partido y ven un pueblo como el que conocieron en el primer encuentro, se asombran; cuando ven la calidad de nuestro equipo, el comportamiento de nuestros atletas, se asombran, sienten más respeto por nuestro país.
Nosotros veíamos ese evento, que se viene organizando hace mucho tiempo, digamos, como un hecho positivo, constructivo, pacífico, y creo que así fue el encuentro de ayer.
No debemos ser jactanciosos por el éxito, porque nos hemos enfrentado a un excelente equipo, de gran cantidad de jonroneros; uno de ellos en la temporada anterior bateó 50 jonrones. Es un equipo fuerte, de gran fuerza al bate, de muchos y excelentes pitchers; lucharon en buena lid, igual que nosotros, y, en este caso, venciendo grandes obstáculos —los que ya les mencioné— de todo tipo, se obtuvo, por nuestra parte, una convincente victoria.
¿Qué indica esto? Que no podemos dormirnos sobre los laureles, que estamos empezando, que hay que desarrollar más y más atletas, que hay que perfeccionar nuestras cualidades, nuestras habilidades, nuestras capacidades en este deporte, que aunque todas las ramas deportivas han sido motivo de satisfacción para nuestro país, en este caso nuestros atletas y sus acompañantes fueron protagonistas de un acontecimiento verdaderamente histórico en todos los sentidos, y lo que se debe decir y resaltar de ese encuentro es que significó un hecho constructivo, un ejemplo de actividad pacífica y civilizada.
Mucho tiempo tendrá que pasar antes de que se superen las diferencias con ese país; pero es muy importante que ese país nos respete y aprenda a respetarnos.
Hemos librado una batalla dura recientemente allá en Ginebra, donde ellos obtuvieron una victoria vergonzosamente pírrica, esa es la realidad; unas horas antes de la votación todavía Cuba tenía aproximadamente cinco votos más que ellos. La última noche y la madrugada, a punto ya de sufrir una derrota humillante, de lo cual se percataron, se vieron obligados a ejercer brutales presiones sobre numerosos países del Tercer Mundo, con lo cual obtuvieron que cinco que iban a votar a favor de Cuba se abstuvieran y uno que iba a abstenerse votara en contra nuestra. Esto fue lo que junto al apoyo unánime de todos los miembros de la OTAN y algunos otros aliados incondicionales determinó la diferencia de un voto a su favor que obtuvieron. Lo cito nada más como ejemplo, ustedes saben el respeto de que goza Cuba, el apoyo de que goza Cuba en el mundo.
Creo que este momento es más importante que nunca para que se produzcan hechos como el encuentro de ayer en Baltimore, que puede servir de ejemplo, de inspiración y de prueba de que actuando de manera responsable y razonable se pueden lograr cosas, se pueden dar pasos importantes en favor del entendimiento, el respeto y la paz entre los pueblos.
Este es un evento deportivo, tiene la importancia que les he explicado, en el orden de los conceptos, de las ideas.
Hay otro conflicto mucho más importante. En este momento en Europa se están produciendo brutales ataques aéreos, brutales y destructivos en pleno corazón de Europa, que siembran desolación, muerte y terror en una población de millones de personas. Agravó los conflictos religiosos y étnicos de manera tremenda, los que junto al terror de las bombas y la guerra han estado dando lugar a emigraciones masivas de cientos de miles de hombres, mujeres y niños. Lo cierto es que en vísperas del próximo milenio Europa, es decir, la OTAN y sus miembros, incluido Estados Unidos, están enfrascados en lo que se puede calificar, gústeles o no, de genocidio, porque cortarle la electricidad y la calefacción en pleno invierno, en una sola noche, a un millón de personas; cortar todas las comunicaciones, todas las fuentes de energía y de transporte; destruir los centros civiles que prestan servicios vitales a toda la población y convertir en ruina todos los medios de vida creados por una nación, a la vez que en su furia destructiva por error o irresponsabilidad matan directamente o hieren a miles de civiles, mientras destruyen sus medios de información e intensifican la guerra psicológica para tratar de rendirla a base de tecnologías y de bombas, es, sin réplica posible, un gran genocidio.
Europa está envuelta en un conflicto peligroso para la propia Europa y para el mundo. Se está sembrando un precedente gravísimo de desacato a las leyes internacionales y a la Organización de Naciones Unidas, complicando cada vez más la situación.
Nuestra opinión es que en esa situación solo es posible una solución política y no militar, sobre la base del respeto a los derechos de todas las naciones de esa región, sus religiones, sus etnias y sus culturas; una solución para serbios y para kosovares. Tengo la más absoluta convicción de que por la fuerza no se resolverá ese problema. Tengo la más absoluta convicción de que todas las tecnologías militares se estrellan contra la voluntad de resistencia de cualquier pueblo decidido a luchar. Tengo la convicción, como la tenemos con relación a nuestro propio país, de que a un pueblo dispuesto a luchar, ninguna potencia, por poderosa que sea, puede doblegarlo.
Los atacantes de Serbia creyeron que se trataba de un simple paseo, una aventura de tres días y que los serbios, después de las primeras bombas, se rendirían. Han pasado ya más de 40 días, se han lanzado miles y miles de bombas, y nosotros allí, donde hay tres representantes diplomáticos de Cuba, con un teléfono celular —la única comunicación—, para saber lo que está ocurriendo en Belgrado todos los días, y después de cada noche de dantescos bombardeos, no percibimos ningún síntoma de debilitamiento en su voluntad de lucha; nos explican la extraordinaria moral del pueblo serbio en general y del pueblo de Belgrado en particular, donde constantemente cruzan aviones a baja altura, atronando los cielos, sembrando el terror, traumatizando a niños —cientos de miles y millones de niños y adolescentes, tal vez para toda la vida—, jóvenes, mujeres y ancianos, por el ruido de las explosiones y los incesantes ataques que anuncian cada vez más violentos. Por esos caminos, reitero una vez más, no resolverán el problema. Es mi convicción que a todos no les queda otra alternativa que buscar la solución política, y es posible, usando un poco de sentido común y racionalidad.
Cuando nosotros vimos que se iniciaron esos ataques, comprendimos de inmediato que serían inútiles, que iban a provocar una catástrofe.
Conocemos la historia de la Segunda Guerra Mundial, la invasión de Yugoslavia por las tropas nazis y cómo resistieron durante años. Ahora los atacantes no quieren ni siquiera emplear tropas de tierra, porque creen que las bombas inteligentes y los misiles dirigidos resuelven el problema, y el problema no se resuelve con misiles, ni con bombas, ni con tropas de tierra, porque un pueblo decidido a luchar, lucha en todas partes y desde todas direcciones, cada casa puede convertirse en una fortaleza, cada hombre o mujer en combatientes aislados; no es cuestión de divisiones acorazadas, ni grupos de artillería, ni flotas navales y aéreas.
Nosotros sabemos muy bien cómo tenemos que llevar a cabo la lucha en nuestro país en condiciones similares, y aquí lo saben millones de personas, ninguno de esos procedimientos les serviría para nada. Este país no lo puede conquistar nadie, a ningún país dispuesto a luchar lo puede conquistar nadie. Es un error. Ya pasó con Viet Nam y solo se persuadieron de eso cuando perdieron 50 000 vidas, después de haber matado a 4 millones de vietnamitas. Pues bien, tienen una situación similar allí y que puede complicarse seriamente si los serbios de todas partes se solidarizan con los serbios de Serbia. La situación política de Rusia se haría insostenible en tales circunstancias, porque los vínculos étnicos entre ambos pueblos son fuertes.
Los demás pueblos sacarán sus conclusiones. Imagino que los rusos saquen las suyas de todo lo que les ha ocurrido y de todo lo que les puede ocurrir en el futuro, viendo cómo llueven las bombas de una alianza militar cada vez más arrogante, soberbia y enfurecida por la resistencia que no imaginaron. Europa y la OTAN se han convertido en rehenes de un factor subjetivo: la decisión que adopten o no los serbios, es de suponer que nada proclives a rendirse después de la destrucción total de su país, de resistir hasta el final. Para nosotros era obvio que iba a ocurrir lo que está ocurriendo. Y esto no significa estar contra los derechos de nadie, apoyamos tanto los derechos de los serbios como de los kosovares.
Cuando en fecha reciente se nos informó que iban a utilizar la base naval de Guantánamo para albergar a 20 000 refugiados de Kosovo, de inmediato, y creo que fue la única vez en la vida en que estuvimos de acuerdo con algo que haya hecho Estados Unidos en esa base; no es que solicitaran nuestra autorización o nuestro acuerdo, realmente tuvieron la simple amabilidad de informarnos que iban a hacer eso, y explicaron los propósitos, que se trataba de un tiempo limitado, mientras se resolviera el conflicto, etcétera, y lo que menos esperaban —no conocen este país— fue que les dijimos: No solo estamos de acuerdo en que se alberguen allí 20 000 refugiados de Kosovo, o más aún, sino incluso estamos dispuestos a cooperar en lo posible a la atención de esos refugiados, ofrecer nuestros servicios hospitalarios si hacen falta, médicos, cualquier cooperación que esté a nuestro alcance.
Por fin no los enviaron y fue inteligente rectificar aquella decisión, porque se iban a ganar muchas críticas, porque en realidad los de la OTAN, que tantas bombas han lanzado allí, ninguno quiere verdaderamente recibir refugiados. Hay mucha xenofobia y egoísmo en Occidente. Ofrecieron que iban a recibir 80 000 ó 100 000 y han recibido unos pocos miles, porque no quieren tener refugiados kosovares en sus propios territorios, no han hecho nada significativo. Era un error político; pero a nosotros se nos informó y dijimos: De acuerdo.
Les voy a decir algo más: hay una institución humanitaria internacional que se dedica a atender refugiados, se llama Comunidad de San Egidio, que tiene relaciones con la Iglesia Católica y trabaja mucho en actividades de apoyo cada vez que hay problemas de refugiados.
Nosotros, que condenamos enérgicamente los ataques brutales y genocidas que se realizan contra la población Serbia, sin embargo, compartimos los sufrimientos de aquellos cientos de miles de refugiados, resultado de una serie de factores, no solo históricos, de larga data, sino también de la desintegración de Yugoslavia, que vivió en paz durante 40 años después de la Segunda Guerra Mundial.
Los que desintegraron a Yugoslavia y atizaron los conflictos nacionales étnicos y religiosos son responsables, en gran parte, de lo que allí está sucediendo ahora; la responsabilidad que a Europa le corresponde en ese proceso es conocida por muchos de sus estadistas y hombres públicos. Los que ahora a la ligera acordaron utilizar toda su inmensa y sofisticada tecnología militar contra lo que quedaba de la antigua Yugoslavia, tienen una responsabilidad muy grande con lo que allí está sucediendo y los sufrimientos de esos cientos de miles de refugiados.
Cuando planteamos soluciones, planteamos soluciones para todos: para refugiados, para ciudadanos de Kosovo, los serbios que viven allí y otras nacionalidades, y para todas las naciones que constituyen lo que hoy queda de Yugoslavia. Es decir, desde el punto de vista humano nos solidarizamos con los sufrimientos de todos allí, y de tal modo es así, que a esta Comunidad, la de San Egidio, cuyos dirigentes nos visitaron hace varias semanas, a principios de abril, y nos explicaron lo que estaban haciendo por atender y auxiliar a aquellos sufridos refugiados, para lo cual contaban con alrededor de 30 médicos —bueno, no lo hemos dicho, y lo voy a decir aquí por primera vez, de esto hace semanas—, le dijimos: Miren, no tenemos muchos recursos, pero tenemos un capital humano. Si para atender a esos cientos de miles de refugiados que viven en precarios campamentos hace falta personal médico, nuestro país estaría dispuesto a cooperar con el aporte de 1 000 médicos de forma absolutamente gratuita para atender a los refugiados kosovares (Aplausos).
Sabemos, por larga experiencia, que el idioma no es obstáculo en estos casos. Un niño de seis meses no habla idioma alguno y, sin embargo, puede ser perfectamente atendido por un médico. Ese ofrecimiento se lo comunicamos a la dirección de la Comunidad de San Egidio exactamente en la noche del 5 de abril, es decir, 12 días después de iniciados los ataques de la OTAN.
Ustedes saben qué poderío médico tiene nuestro país y que ahora en creciente número nuestros médicos están en los lugares más increíbles. Yo, realmente, quisiera que los jóvenes pudieran tener una idea de las condiciones en las que están trabajando los médicos cubanos en Centroamérica, si se quiere tener un ejemplo de lo que ellos pueden hacer, digno de lo que hacen nuestro atletas, digno de lo que han hecho compañeros deportistas que han renunciado a decenas de millones de dólares; lo que hacen esos abnegados médicos en lugares apartados, donde muchas veces no hay electricidad, no hay comunicaciones, no hay nada, que solo muy de cuando en cuando les puede llegar una carta; cómo se han identificado allí con los problemas y qué servicios están prestando, compensado por algo que los hace muy felices: el reconocimiento y la gratitud de la población que están atendiendo.
He hablado con algunos de ellos, y cuando se tiene oportunidad de ver ejemplos de ese tipo, se da uno cuenta de lo que es capaz el ser humano cuando en él se cultivan los mejores sentimientos y las mejores cualidades, aquellos médicos que están en Centroamérica, en Haití, los que están en Africa y los que van a marchar.
A veces hemos dicho, como una prueba del capital humano creado por la Revolución, que si unos cuantos países industrializados y ricos juntos se proponen reunir 2 000 voluntarios para ir a trabajar a esos lugares, no los encuentran, no los reúnen. Así me atrevo a afirmarlo, de manera categórica. Estados Unidos no podría reunir 2 000 médicos voluntarios para ir a trabajar allá donde están trabajando nuestros médicos. Lo digo porque realmente impacta, impresiona conocer en detalles lo que están haciendo esos médicos.
Es por eso que nuestro país puede hablar de 100, de 200, de 500 y de 1 000 médicos, porque estoy seguro de que si ello fuera necesario no faltarían los voluntarios de inmediato dispuestos a ir a Albania, a Macedonia, a cualquier lugar donde haya refugiados, e incluso allí mismo dentro de Kosovo, porque lo que no ha faltado ni faltará nunca aquí jamás es el valor (Aplausos), y nosotros lo hemos visto.
Cuando a un cubano le dicen: Mira, hay dos lugares: hay que ir aquí o allá. Allá hay más peligro que aquí, ¿cuál tú prefieres? Enseguida te dice: Allá. Es así la tradición de heroísmo. Y no solo hombres, sino algo muy alentador: mujeres, por igual. Muchos de esos médicos que están en esos lugares son mujeres.
También estuvieron en Nicaragua, ustedes lo recuerdan, 2 000 maestros en las montañas más recónditas. Eso no se olvidará nunca, y ahora, con motivo de los programas médicos de nuestro país en el exterior, el sindicato de la salud entregó unos libros donde están las firmas de más de 300 000 trabajadores de la salud, médicos, enfermeros, técnicos, hasta los que trabajan en los servicios y actividades hospitalarias, expresando su disposición a prestar cualquier servicio de ese tipo. En nada se afectará nuestra salud.
Con orgullo podemos decir que está empezando ya a funcionar la Escuela Latinoamericana de Medicina, que recibirá cada año 1 250 alumnos de América Latina (Aplausos), una gran parte de ellos procedentes de zonas indígenas, de lugares pobres.
Ha causado conmoción en muchos países la oferta de becas para realizar estudios en esa escuela. Mucha gente se interesa, la visita; no está todavía inaugurada y estoy seguro de que será una excelente escuela, capaz de trasmitir los conceptos cubanos sobre el papel del médico y el carácter de la misión del médico. Eso es lo fundamental; jóvenes que se conocerán, procedentes de todas partes de América Latina.
Las noticias que tenemos de esa escuela son realmente muy buenas, y tengo la esperanza de que sean mejores estudiantes que los cubanos, porque los cubanos, de una forma o de otra, se han acostumbrado a tener becas y posibilidades de todo tipo, y aquellos muchachos que están allí de regiones muy humildes, muy pobres, e hijos, por lo general, de familias muy pobres, no soñaron, o tal vez soñaron, únicamente soñaron con la oportunidad de hacer estudios de medicina. Y la medicina de nuestro país tiene un gran prestigio y un prestigio creciente en el mundo.
Ellos van a ser mejores alumnos que nuestros alumnos, y nos satisface mucho, porque tiene que ser así; ellos van a ser portadores de un concepto del deber del médico como guardián de la salud, un misionero de la salud y de la vida. A veces he empleado una palabra eclesiástica para decir: un sacerdote de la salud y de la vida. Y por eso podemos tener una completa y absoluta seguridad de hacer lo que hoy una nación de casi 300 millones de habitantes, la más rica del mundo, no podría hacer: buscar 2 000 voluntarios para hacer lo mismo.
¿Este país cuántos puede movilizar? Si fueran 2 000, que fue lo que le ofrecimos a Centroamérica —todavía no tiene los 2 000, eso lleva tiempo, no depende de nosotros sino de ellos, de ir creando las condiciones, por nosotros ya estarían todos allí—, enviamos 2 000 ahora y en agosto estamos graduando 2 500. Y la forja, la fábrica de producir médicos y buenos médicos está ahí en nuestras 21 facultades de medicina, ninguna de las cuales se ha cerrado ni aun en período especial, y ahora 22 facultades con esta latinoamericana (Aplausos). Tremendo potencial no solo deportivo, sino también científico y médico.
Me he atrevido a explicarles esto, realmente, porque aun cuando condeno enérgicamente, desde el fondo de mi alma, el crimen que se está cometiendo hoy contra una nación, comparto y defiendo los derechos de todos aquellos que por una causa o por otra se han visto sometidos a terribles sufrimientos. Sirva esta ocasión para ratificar nuestra disposición de enviar los médicos que necesiten todos los campamentos de refugiados kosovares mientras regresan a su país; y cuando ese día llegue —no tenemos duda de que sería pronto si se busca sin soberbia ni prepotencia la solución política—, estamos dispuestos también a marchar con ellos para ayudarlos en el reasentamiento del territorio de Kosovo. Es la idea final que quería decir.
¿Cómo vemos y queremos que ustedes vean el encuentro y el éxito deportivo que hoy celebramos? Como hecho constructivo, un ejemplo que debiera estimular el raciocinio y la responsabilidad de aquellos que tienen en sus manos encontrar esa solución. Nuestro pequeño ejemplo, nuestro pequeño encuentro allá en Baltimore, amistoso, pacífico, no obstante las enormes diferencias que tenemos con ese país, es también en ese sentido un acontecimiento histórico. Es por ello que no podíamos cruzarnos de brazos cuando ya pasadas las 12:00 de la noche concluyó aquel encuentro y de esa forma; allí se probaron muchas cosas que afianzaron nuestra convicción de que en este campo seguiremos avanzando y avanzando, y que más de una ocasión tendremos para felicitar a nuestros atletas, en este y otros deportes, dijimos: Esto no puede quedarse así, que simplemente en los periódicos enviemos una felicitación a los compañeros.
Esto era a la 1:00 de la mañana, acabábamos de tener una enorme movilización el Primero de Mayo, hoy era un día de trabajo y de estudio, sin embargo, dijimos: Hay que recibir a los atletas (Aplausos). En dos horas se organizó la movilización, todas las fuerzas se movieron, los trabajadores, las organizaciones de masa, el Partido, nadie durmió; Lazo no durmió ni un segundo, ni los cuadros del Partido, ni de las organizaciones. La máquina formidable que es este pueblo unido se puso en marcha y en cuestión de minutos movilizó quién sabe a cuánta gente.
Nosotros salimos antes que los atletas del aeropuerto para llegar antes a la universidad y había un mar de pueblo por toda esa avenida, no se sabía cómo íbamos a llegar aquí, era en realidad un mar de pueblo lo que se movilizó. Y aquí ni se sabe, aquí no se ve, no es como la Plaza, porque aquí yo no veo a los que están detrás de ese primer descanso de la escalinata. Es muy malo estar hablando con alguien que usted no ve, porque al menos si se distraen los descubre, les hace una seña, los avergüenza un poco y se establece el orden, el silencio, como está establecido aquí en este momento.
Les pido que me perdonen que les haya hecho pasar tanto rato bajo este sol, pero me parece que valía la pena esta movilización (Aplausos y exclamaciones de: "¡Fidel, Fidel!).
Los atletas están deseosos de reunirse con sus familiares. De aquí para la villa a recoger algunas cosas y de la villa para sus casas. Ya están comprometidos, estamos a 4, dentro de 15 días, más o menos, un miércoles, tiene que estar otra vez la tropa reunida para empezar a luchar por un puesto en el equipo Cuba.
Todavía no se ha hecho el equipo Cuba, y la cantera es amplia; pero empezarán a prepararse inmediatamente que reciban su descanso.
Realmente hay que felicitar a la población de La Habana —no esperábamos otra cosa—, ha impuesto un récord. Creo que nunca se organizó una movilización tan grande en tan poco tiempo. Corrieron los del ICRT en horas de la madrugada, despertaron al Rector de la Universidad y a todos los demás; yo desperté también a alguna gente, me las encontré medio dormidas todavía expresando su alborozo por la victoria, les digo: Espérense, ese no es el problema, es que tenemos que movilizarnos. Hay que ver todos los periodistas, las emisoras de radio, la televisión, el programa de la mañana, en cuestión de horas no se sabe a cuánta gente se ha movilizado. Estábamos pensando hasta en la Plaza de la Revolución, pero eso es muy grande, y establecer allí en breve las instalaciones técnicas adecuadas no era posible.
Esta tribuna no sé dónde debieron haberla puesto, quizás por allá arriba o en algún lugar, para ver si veíamos a los que están detrás de ustedes. Yo no veo hasta la acera de la escalinata allá abajo.
La escuela "Lenin" la iban a llevar primero para no sé dónde y después Lazo decidió que viniera para acá donde iban a estar en primera fila (Aplausos). Me alegro mucho de verlos aquí. Los felicito, además, por el desfile del Primero de Mayo; era impresionante la marcha masiva de la escuela (Aplausos). Por eso nadie nos puede acusar de soñadores. Sí, hay que ser soñadores, hay que soñar con cosas; pero a la vez hay que hacer aquellas cosas con las que se sueña.
Recuerdo aquel sueño de una escuela como esta, con capacidad para 4 500 alumnos, hace unos cuantos años, cuando se escogió el lugar, cuando se buscaron las brigadas constructoras, cuando se hicieron los proyectos para la escuela, ahí al lado del Jardín Botánico y cerca del parque "Lenin", y, realmente, les puedo asegurar que esta escuela —se lo digo con toda franqueza— es todavía mucho mejor que aquella escuela con la que un día soñamos (Aplausos). Y los queremos siempre a la vanguardia y siempre en primera fila. Habría sido un gran error de Lazo molestarlos a ustedes, ubicarlos allá a lo largo de una autopista y no traerlos para esta escalinata y ubicarlos aquí como estudiantes destacados en la primera fila (Aplausos).
Qué mejor lugar para homenajear a nuestros heroicos atletas que esta escalinata universitaria donde tantas páginas se han escrito en la historia de nuestro país; aquí junto al Alma Mater, en esta universidad de Mella y de José Antonio Echeverría, en esta universidad de tantos combatientes heroicos. Qué lugar más simbólico que este para que ellos vengan a traer su bandera y depositarla.
Si me admiten los que tengan que tomar la decisión una proposición, propongo que esta bandera se conserve en esta colina universitaria (Aplausos).
Y todo lo que ellos hicieron ayer, todo lo que ustedes vieron ayer, demuestra que cuando decimos ¡Socialismo o Muerte!, ¡Patria o Muerte!, ¡Venceremos!, es verdad.
(Ovación.)