Una cubana en Vietnam
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Concepción Alonso es licenciada de enfermería y especialista en cuidados intensivos, anestesiología y traumatología, ella fue uno de los tantos de cooperantes cubanos que estuvo en Vietnam durante la guerra.
En 1971 tenia poco más de 30 años cuando de forma voluntaria integró la primera brigada medica cubana que se trasladó a Vietnam del Norte para atender a los heridos por los bombardeos norteamericanos.
Pasaron un año muy intenso trabajando en el país asiático, atendieron miles de pacientes vietnamitas y también a prisioneros estadounidenses, "a los que se les daba exactamente la misma atención que al resto".
Trabajaron en las peores circunstancias, bajo las bombas, operaron al aire libre sin más iluminación que el sol y por la noche atendieron sus pacientes con linternas para no darles la ubicación a los bombarderos B-52.
A pesar de que ya han pasado mas de 30 años, Concepción recuerda con mucha emoción y orgullo sus días en la guerra de Vietnam.
¿Cómo fue el primer día en Vietnam?
El recibimiento fue un bombardeo, durante una recepción del embajador de Cuba en Vietnam, Valdés Vivo. Fue impresionante pero nos dio fuerzas para encaminar y realizar la tarea que nos correspondía. Inmediatamente salimos a trabajar con los heridos que produjeron las bombas.
¿Que fue lo más duro que enfrentaron como personal de salud en Vietnam?
Déjeme decirle que como trabajadores de la salud considerábamos que íbamos a trabajar en un hospital general normal y nos encontramos que lo mismo podíamos operar en una casa que al aire libre, que lo íbamos a realizar con la luz solar y que además en la noche ocurrían los bombardeos.
Teníamos a los heridos, se realizaban las operaciones y la atención al paciente con una linterna de mano, que en el momento de ocurrir el bombardeo teníamos que apagar.
¿Qué fue lo más difícil que usted tuvo que vivir, recuerda algún hecho en concreto, algún paciente en particular?
Si, tuvimos un paciente en el hospital de Tai Hua y había un niño que se le hizo una operación de injerto de hueso, se la hizo un medico cubano, el Dr. Bueno.
La operación tuvo éxito y el aprendió el español con nosotros, le gustaba mucho cantar la Guantanamera.
En uno de los bombardeos, nosotros íbamos hacia la aldea y nos advirtieron que era un bombardeo de los B-52 y que uno de los objetivos era ese hospital.
Cuando llegamos vimos todo lo que había sido dañado, el pabellón de infecciosos y también el del niño.
Lo buscamos y lo buscamos pero no lo encontrábamos en los refugios. El había aprendido a decirnos "mama" a una compañera y a mi porque perdió toda su familia, así que cuando sentimos la voz que llamaba "mama, mama" corrimos donde el estaba y lo metimos en el refugio.
Es curioso, me imagino que hay una distancia cultural enorme entre un cubano y un vietnamita, ¿como se sentía eso?
Esa cultura es algo muy importante porque ellos son unas personas muy calladas, que hablan muy bajito.
Nosotros, los latinos, los cubanos, tenemos nuestras características. Ellos decían que aprendieron algo porque decían que aun trabajando nosotros siempre estábamos contentos, bromeábamos, jugábamos, les brindábamos aquella confianza que necesitaban en ese momento o aquella pequeña alegría que podía llegar a ellos en un momento tan duro para su país.
Además a nosotros nos servia ver cómo ellos atendían a su pueblo, cómo se dedicaban a ello, eso nos sirvió mucho a nosotros. Incluso al enemigo nunca lo maltrataban, jamás, porque nosotros tuvimos heridos de guerra norteamericanos y fueron atendidos porque ese era nuestro trabajo. Nuestra carrera es dar vida al ser humano.
¿Valió la pena haber ido? ¿Valió la pena tanto sacrificio? ¿Valió la pena estar lejos del país y separados de la familia?
Como no, para mí y para todos los demás fue algo muy importante, nos sirvió y valió la pena.