Discurso pronunciado por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz en el acto de masas celebrado en el Tanteen Recreation Ground, Granada, el día 3 de agosto de 1998
التاريخ:
Estimado Primer Ministro de Granada, Keith Mitchell;
Distinguidos miembros de la dirección del país;
Hermanas y hermanos de Granada:
Yo sé muy bien lo que ustedes quisieran que yo dijera aquí (Aplausos y exclamaciones de: “¡Fidel, Fidel!”), porque conozco las masas y las masas son radicales (Aplausos y exclamaciones). Yo también soy radical, pero a la vez sé que ustedes comprenden muy bien en el carácter de mi visita a este maravilloso país, que mis palabras se deben regir por el sentido de la responsabilidad, y que cada palabra que diga aquí tiene que ser una palabra muy medida, que no lastime a nadie, que no ofenda a nadie, que no divida a nadie, que no acuse a nadie. Y vean que alargo la mano y el dedo... (Señala con el índice). (Exclamaciones.) No estoy apuntando para ningún lugar de Granada; estoy apuntando a un punto mucho más distante de las costas de Granada, más distante que las costas de Cuba: estoy apuntando un poco más al Norte (Exclamaciones); pero apuntaba para decir que no quería acusar a nadie. Eso lo dejo a la historia. Hay mucho tiempo por delante, y la historia se encargará de escribir los grandes episodios de nuestra época. Siempre he tenido mucha confianza en los pueblos, en la verdad, en la historia y en el futuro.
Quiero dar las gracias por el cariño y el calor con que prácticamente todos los granadinos han recibido a nuestra delegación (Aplausos).
No es mucho lo que yo tenga que decir. Desde luego, no me gusta hablar de nuestra propia historia, pero aquí el presentador del acto hizo una síntesis biográfica de la historia de quien les habla. Han sido palabras generosas que van más allá de cualquier mérito que yo pueda tener, lo mismo que el calor que he recibido por parte del pueblo de Granada está por encima de los modestos esfuerzos que hemos llevado a cabo a lo largo de nuestra vida en favor de lo que queremos: la libertad y la justicia entre los hombres.
No hay hombres importantes, no hay hombres grandes; hay ideas importantes, hay ideas grandes. Esas son las que han guiado a la humanidad y al progreso humano a lo largo de la historia.
Un día como hoy, yo tengo que recordar primero que nada algo que nos enorgullece mucho a todos, porque fuimos capaces de superar una de las páginas más tristes de la historia, tal vez en los últimos mil años o dos mil años, que fue la conquista, la colonización y la esclavización de nuestro hemisferio.
Arrancar de sus tierras a millones y millones de africanos, arrebatarlos de sus familias, de sus hijos, de sus padres, de sus hermanos, y traerlos a trabajar como esclavos sin ningún derecho, ni siquiera el derecho a la vida, porque cualquier amo se consideraba con la prerrogativa de matar con sus manos y asesinar a cualquiera de aquellos seres humanos, considero que fue una de las páginas más bochornosas de la historia, cuando parecía que la humanidad había dejado atrás el trabajo esclavo.
Mas no sufrieron solo los africanos; sufrieron mucho los antiguos habitantes de este hemisferio. Aquella historia, aquella conquista comenzó por estas islas del Caribe hace 500 años. Y ahora nos vemos aquí, luchando para que no nos vuelvan a conquistar mediante otras formas, para que no nos vuelvan a colonizar, para que no nos vuelvan a esclavizar (Aplausos).
Amigos eminentes de este hemisferio nos han contado que, de acuerdo con los estimados, 70 millones de indios --y ustedes saben que los llamaban indios porque los que llegaron a estas tierras creyeron que llegaban a la vieja India, y entonces a los habitantes de este hemisferio, de tez oscura, los llamaron indios-- murieron en la conquista y en la explotación de los recursos naturales de este hemisferio; murieron 70 millones de personas, muchas mediante las armas, mediante las matanzas, la esclavización, e incluso mediante enfermedades que los habitantes de estas tierras no conocían; millones de ellos murieron a consecuencia de una gripe y hasta de un catarro, porque no estaban inmunizados frente a aquellas enfermedades.
Cuando los indios iban siendo exterminados --aunque no pudieron exterminarlos a todos, porque era inmenso el territorio y de ese modo una gran parte de la población de América Latina, desde México hasta Chile, tiene sangre india--, cuando muchos de ellos habían sido exterminados, fueron al Africa y del Africa trajeron no menos de 12 millones de sus hijos, de acuerdo con un cálculo conservador; los trajeron encadenados y los mantuvieron encadenados durante siglos trabajando como esclavos.
Esa historia no se quiere escribir muchas veces, no se quiere recordar muchas veces, porque los que nos conquistaron, nos explotaron y se llevaron gran parte de nuestras riquezas fueron después los grandes países ricos y desarrollados, a costa, en gran parte, del sudor y la sangre de los esclavos y de los colonizados.
Ellos no quisieran recordarla, pero es nuestro deber recordarla, porque recordando esa historia podemos apreciar que los primeros que se levantaron y se rebelaron en la lucha por la libertad y en la lucha por la independencia de los pueblos de este hemisferio, fueron los esclavos procedentes de Africa, ¡los primeros!
Acabamos de visitar Jamaica, Barbados y ahora Granada, y en estos países se recuerda cada vez más quiénes iniciaron la lucha por la libertad, quiénes iniciaron la lucha por la independencia de los pueblos de este hemisferio.
Allá en Jamaica recuerdan muy bien cómo en fecha tan temprana como fue 1760, se produjeron grandes sublevaciones de esclavos. Y en los años subsiguientes, a fines de ese mismo siglo, nuevas sublevaciones tuvieron lugar; en fechas más o menos aproximadas, se produjeron sublevaciones de los esclavos en Barbados, y más o menos al mismo tiempo hubo sublevaciones de esclavos en Granada.
¿Cuál fue el primer país independiente del Caribe y de América Latina? Haití, donde los esclavos derrotaron a uno de los mejores ejércitos y a uno de los mejores jefes de las poderosas tropas del emperador Bonaparte, que había dominado Europa, cuando los pueblos de aquel continente no pudieron derrotar sus ejércitos. Esa fue la primera gran derrota de quien en aquel tiempo y en todos los tiempos fue uno de los más grandes jefes militares que ha conocido el mundo. Derrotado aquí, en este mismo Mar Caribe, por aquellos africanos que los europeos habían traído como esclavos a este hemisferio.
Les recordaba a los jamaicanos que incluso la influencia de los esclavos liberados fue muy grande en la lucha por la emancipación de América, porque fueron los esclavos liberados de Haití los que apoyaron a Bolívar, el gran Libertador de América Latina. Después de la segunda derrota, cuando todavía no había sido proclamada en esos países la emancipación de los esclavos, fueron los dirigentes de Haití los que le entregaron armas y lo comprometieron, junto a los demás patriotas venezolanos, a proclamar la emancipación de los esclavos.
En nuestra patria, de modo similar, a principios del siglo pasado, allí, donde había 300 000 esclavos, se produjeron las primeras grandes rebeliones por la libertad. Fueron ellos, primero que nadie, y ese mérito histórico hay que recordarlo y hay que repetirlo: aquellos que fueron arrancados del Africa a la fuerza, fueron los que en este continente enarbolaron primero que nadie la antorcha y la bandera de la libertad.
Por eso me impresionaban esas palabras de Black Wizard (Exclamaciones). No me atrevo a pronunciar su nombre porque no estoy seguro de hacerlo bien, ya que en tantos años de lucha frente a nuestro vecino del Norte, casi casi se me ha olvidado la pronunciación inglesa (Exclamaciones), pronunciación que quisiera aprender de nuevo aquí con los hermanos de habla inglesa del Caribe. El decía: “Compartimos un pasado común de colonialismo y de esclavitud, y por eso seremos siempre hermanos.” (Aplausos y exclamaciones.)
En tres versos sintetizó la historia hermosa y común, la historia digna y gloriosa que nos une a todos, a los países del Caribe y a los países de toda América Latina, porque los esclavos, incluso en este hemisferio, se rebelaron antes que los colonos ingleses allá en América del Norte. Somos precursores de la libertad y de la independencia desde Canadá hasta la Patagonia, en Argentina.
Pero no solo la historia nos une a cubanos y a caribeños, y especialmente a los caribeños de habla inglesa, porque cuando todos los demás países de América Latina, excepto México, rompieron las relaciones con Cuba por órdenes de nuestro vecino del Norte (Exclamaciones de: “¡Abajo el bloqueo!”) y se sumaron a las agresiones y al bloqueo contra Cuba en los primeros años de la década del 60, casi inmediatamente después de la Revolución Cubana, y cuando los países de habla inglesa del Caribe no eran todavía independientes y Cuba se quedó prácticamente sola y aislada en este hemisferio, unos años después, cuando adquirieron su independencia los países de habla inglesa del Caribe, fueron los abanderados de la lucha contra el aislamiento y el bloqueo de Cuba (Aplausos). Y fueron Jamaica, Trinidad y Tobago, Barbados, Guyana --de los primeros también en independizarse--, los que junto a Panamá, que reclamaba su canal bajo la dirección de Torrijos, iniciaron una ofensiva y una lucha para que cesara el aislamiento y cesara el bloqueo.
Hoy el aislamiento prácticamente ha cesado y la inmensa mayoría de los países de América Latina y todos los países de habla inglesa del Caribe tienen relaciones diplomáticas y de intercambio cultural y comercial con nuestro país. Solo unos pocos todavía no se atreven, unos pocos muy pocos, porque los cobardes son cada vez menos (Abucheos), y de allá no les han dado todavía permiso (Abucheos), o de por acá no se atreven a desafiar el desagrado de los de allá (Abucheos).
Ya que alargo la mano y digo los de allá, debo añadir que allá hay también decenas de millones de descendientes de africanos que están contra el aislamiento de Cuba y contra el bloqueo, y que fueron los que me alojaron allá, en el hotel Teresa del barrio negro de Harlem, cuando en el año 1960 en Naciones Unidas los “amos” me expulsaron del hotel donde estaba hospedado cerca del edificio de las Naciones Unidas. Y me quedaban dos alternativas: En la calle no podía dormir, había mucho tránsito (Risas); acabábamos de vivir nuestra experiencia guerrillera en las montañas, podíamos instalar en el patio de Naciones Unidas unas casas de campaña (Risas). Pero lo pensamos bien: No, no, hay algo mejor que esto en este momento en que la población negra de Estados Unidos está librando heroicas batallas por los derechos civiles; es allí, al barrio de Harlem, donde debo ir a instalarme, y allí me recibieron con extraordinario cariño, con extraordinario afecto, como me han recibido ustedes aquí (Exclamaciones).
De modo que a lo largo de mi vida he tenido muchas experiencias de lo que son los hombres humildes, los hombres explotados, los hombres y las mujeres discriminados. Por eso cuando volví no hace mucho tiempo a Naciones Unidas, visité aquel lugar donde me habían acogido y efectuamos un gran acto lleno de fraternidad, solidaridad y apoyo.
Mas no solo la población negra, hay decenas de millones de latinoamericanos que se oponen al aislamiento y se oponen al bloqueo.
Voy a decir más: Hay millones de norteamericanos que no son descendientes de africanos ni de latinoamericanos que se oponen a la cruel política de bloqueo, que se oponen a la cruel política de intentar rendir por hambre y enfermedad a nuestro pueblo, y en número creciente.
De modo que si la esclavitud no pudo ser eterna, mucho menos lo será el bloqueo (Exclamaciones), y el propio pueblo norteamericano, como lo hizo en la guerra de Viet Nam, impondrá el fin de ese acto cruel e injusto.
Hoy mismo aquí ustedes, con el recibimiento que le han dado a la delegación cubana, están ayudando al fin del bloqueo (Exclamaciones y aplausos), porque esas imágenes se trasmiten por la televisión y por la prensa a todo el mundo, y el pueblo norteamericano estará viendo, meditando sobre cómo piensan los pueblos del Caribe, los pueblos de América Latina, los pueblos de Africa, de Asia y del resto del mundo.
¡Gracias, en particular, por ese apoyo que nos están dando hoy! (Exclamaciones y aplausos.)
Leíamos un cable editado hoy por una agencia internacional de noticias, y hablando de nuestra visita a estos tres países hermanos decía: “Castro se está dando en el Caribe un gran baño de multitudes.” Y añadió el cable: “que tanto le gusta”. Realmente no se trata de una cuestión de gusto, ni mucho menos se trata de una cuestión de vanidad, no; se trata, eso sí, de la satisfacción que sentimos cuando nos reunimos con el pueblo, de donde toda la vida hemos sacado nuestra inspiración y nuestra fuerza. Podía terminar el cable diciendo que había recibido una gran dosis de alimento espiritual.
Es por ello que nos sentimos tan hermanados con los pueblos del Caribe y nos preocupamos tanto por su destino, por ustedes, por Africa, con la que estamos también entrañablemente unidos, y por todos los pueblos del Tercer Mundo que fuimos tan atrozmente colonizados y explotados y que hoy constituimos la inmensa mayoría de los miembros de la Organización de Naciones Unidas. Y el día que esa organización se democratice, cesen los privilegios irritantes y la usurpación de funciones del Consejo de Seguridad y todos tengamos derechos iguales en las Naciones Unidas, más pronto será el fin de la injusticia, de los abusos y del saqueo de que son víctimas nuestros pueblos.
¿Qué vemos ahora, por ejemplo?, lo hemos dicho más de una vez. ¿Qué ocurre con los países del Caribe, especialmente con los países de habla inglesa? Nos preocupa, realmente, el futuro de estos países, especialmente el de ustedes, los de habla inglesa.
Recientemente se han ido desarrollando tendencias que tratan de erradicar las preferencias y los privilegios que tienen los países del CARICOM con la extinción de los convenios de Lomé. Por otro lado, está extinguiéndose igualmente la famosa Iniciativa de la Cuenca del Caribe, que en un tiempo, ante el descontento y el riesgo de una radicalización política en estos países, se aprobó por los propios vecinos del Norte para propiciar cierta forma de comercio con Estados Unidos, y pudieran exportar determinadas mercancías que pueden producirse, a fuerza de trabajo duro y de mucho sudor, para adquirir algunos objetos electrodomésticos o artículos que se elaboran sobre la base de una elevada tecnología y gran productividad del trabajo en el mundo desarrollado.
¿Qué vemos ahora? Que nuevos acuerdos regionales con otras naciones privan a los países del Caribe de los mercados que habían ido adquiriendo y de un número de fábricas que se habían instalado. En los últimos años,150 fábricas de confecciones se han cerrado y más de 120 000 trabajadores del área del Caribe han perdido sus empleos.
¿Con relación al banano qué va a ocurrir? ¿Vamos a perder las preferencias? No digo Cuba; Cuba no produce banano para la exportación, produce banano para el consumo interno. Entre ciclones del este y del oeste se hace cada vez más difícil sembrar banano allí. Pero, ¿por qué a las islas del Caribe, que son pequeñas, que producen volúmenes relativamente pequeños de banano que no alcanzan siquiera el 1% del mercado de este producto, pero que tienen gran importancia para la economía de muchas de ellas, les van a arrebatar ese mercado, privándolas de las preferencias que se les habían concedido?
La posición de Cuba en esto es muy clara: Nos oponemos categóricamente a la supresión de las preferencias para el banano que producen las islas del Caribe (Aplausos).
¿Qué ha ocurrido? Los vecinos del Norte han presentado ante la OMC --Organización Mundial de Comercio-- una reclamación contra esas preferencias y la OMC les ha dado la razón. Nosotros nos preguntamos: ¿Es justo? ¿Por qué se hizo eso? Se hizo sencillamente para favorecer los intereses de dos grandes transnacionales productoras de banano en Centroamérica, que se llaman Chiquita --y no tiene nada de chiquita-- y Dole --se ve que ustedes las conocen bien, mejor que yo--, para monopolizar el mercado, sin importarles cuántas decenas y decenas de miles de familias se puedan quedar sin empleo y sin sustento. ¿Es para eso la OMC, para servir los intereses de las transnacionales, para proteger las patentes de los países industrializados que se han robado muchos de los mejores cerebros del mundo, o esa organización debe existir para promover un nuevo orden comercial más justo, que proteja los intereses de los países que necesitan desesperadamente desarrollarse?
No es correcto que se apliquen las mismas medidas a países con desiguales niveles de desarrollo. Si unos son muy ricos y otros son muy pobres, el orden mundial debe ser para ayudar, en primer lugar, a aquellos países más pobres, menos desarrollados económicamente y que hoy constituyen la inmensa mayoría de la humanidad.
Pero también en la OMC los países del Tercer Mundo somos mayoría y debemos saber defender nuestros derechos. Impedir que nos dividan, con engaños e ilusorias promesas, es uno de los grandes desafíos que tenemos por delante.
Tratando de sintetizar les digo que los problemas que tenemos por delante son más complejos y más difíciles que los problemas del pasado, para evitar que nos sigan explotando, que nos sigan saqueando, que nos vuelvan a colonizar, que nos vuelvan a esclavizar.
El mundo se globaliza aceleradamente --esto quiere decir que las finanzas, las transferencias de capitales, las inversiones y el comercio se extienden por el mundo aceleradamente--, es una ley inexorable del desarrollo de la sociedad humana, del avance de las fuerzas productivas, del desarrollo de las tecnologías, las comunicaciones, los transportes. En fracciones de segundos cualquiera se puede comunicar, desde aquí, desde Granada, con Europa o con Asia, lo mismo con Nueva York que con Tokio --claro, los que tienen teléfonos, los que tienen electricidad y los que tienen la posibilidad de hacerlo--; pero hoy las comunicaciones marchan a la velocidad de la luz. Los transportes navales y aéreos se han desarrollado extraordinariamente. Hay aviones que salen de París a las 9:00 de la mañana y llegan a Nueva York antes de las 9:00 (Risas); como hay una diferencia de hora y alcanzan gran velocidad, llegan más temprano que lo que salen.
Así se extienden los capitales por el mundo, en cuestión de segundos, y se realizan infinitas operaciones financieras, la inmensa mayoría de carácter especulativo: compra y venta de acciones, compra y venta de bonos, compra y venta de monedas, dirigidas por computadoras; un fenómeno nuevo en la historia humana, mediante el cual el dinero busca dinero y trata de multiplicarse a sí mismo, sin construir una fábrica, sin producir nada, simplemente comprando una acción porque creen que va a subir, o una moneda porque piensan que va a subir, o vendiéndolas por razones opuestas.
Compran y venden azúcar sin tocar el azúcar, por ejemplo. Si creen que el mes que viene va a valer más, la compran este mes para obtener la diferencia de precio que se produzca en un futuro próximo, y no se mueve ni una libra de azúcar, ni una libra de café, ni una libra de nuez moscada. Se especula con todo. Más de un millón de millones de operaciones diarias de tipo financiero se producen sin tener nada que ver con el comercio de mercancías. Solo una cantidad relativamente pequeña de dinero se mueve en función del comercio, creándose de este modo una economía artificial que será imposible evitar que más tarde o más temprano, y posiblemente más temprano que tarde, caiga en la catástrofe.
Se establece el principio de la libre circulación de capitales, libre circulación de mercancías; pero no libre circulación de trabajadores, no libre circulación de personas, cada vez más restricciones y barreras para estas.
Como somos ya 6 000 millones de habitantes en el planeta, y la inmensa mayoría pertenecemos al Tercer Mundo, los ricos y poderosos temen ser invadidos por las emigraciones de los países pobres. Por eso cada vez es más y más difícil, cada vez existen más y más trabas.
Nosotros nos preguntamos: ¿Qué mundo va a ser ese mundo globalizado para nosotros, qué va a quedar para nosotros? Y nos decimos: ¿Qué va a ser el mundo, qué va a ser el Tercer Mundo, acaso una gigantesca área de zonas francas donde las industrias y el capital de los países desarrollados busquen mano de obra barata, ganar mucho dinero y ni siquiera pagar impuestos? Esto constituye realmente un motivo de preocupación muy grande para nosotros.
Vemos, sí, incluso, que en su desesperación los países del Tercer Mundo tienen que hacer cada vez más y más concesiones para que inviertan, o de lo contrario los amenazan con no invertir. Y las inversiones las necesitamos: no poseemos tecnologías, no disponemos de capital.
Sabemos, por ejemplo, que Granada --cada vez más visitada por los cruceros-- quería establecer un modesto impuesto de un dólar y medio por persona para un destino social y las empresas operadoras de cruceros amenazaron con desviar los cruceros hacia otros países, lo cual hizo necesario el análisis por parte de los países del Caribe para defenderse unidos, porque solo unidos podemos defendernos (Aplausos y exclamaciones).
¿Qué significa un dólar y medio? La mitad de una cajetilla de cigarros o una latica de Coca-Cola. Y ni eso quieren aportar para ayudar a los niños, a los enfermos.
Esos son grandes desafíos que se plantean a la humanidad, que se plantean a nuestros pueblos. Por eso es tan necesaria la unión, primero, de las regiones: la región del Caribe, la región de Suramérica, de Centroamérica, de Africa y de los pueblos de otros continentes.
Hace falta unirse primero los países de las distintas regiones para demandar sus derechos, demandar un lugar decoroso en el mundo, en la economía mundial, antes de que se produzca esa globalización total, que debe ser una globalización basada en la solidaridad y en la justicia.
Esta palabra, globalización, ustedes la van a escuchar cada vez más y más. Su importancia es decisiva y debemos tener conciencia de lo que significa para nosotros.
¿Cuánto dura la vida de un hombre? Bueno, puede ser 70 ó 75 años. Dentro de 50 años, menos que lo que dura la perspectiva de vida de un niño, los 6 000 millones de habitantes que tenemos hoy en el mundo se elevará a 10 000 millones. Casi el doble. Hay que preguntarse cómo podremos proteger la naturaleza. Realmente a los habitantes de este planeta se nos plantean en esta época, en este minuto, dos grandes problemas: cómo salvar la naturaleza y cómo salvar la humanidad. Si no salvamos la naturaleza no podremos salvar la humanidad; y si no se organiza la humanidad de una manera consciente y verdaderamente racional, si sigue marchando de una forma caótica y desordenada, no podrá salvar la naturaleza de la cual vivimos. ¿Y qué son 50 años? Pasan volando. ¿Y cómo vamos a alimentar, dar empleo, vivienda, vestido, educación, salud, un nivel adecuado de recreación y sobre todo de cultura? Porque la riqueza no consiste solo en el dinero, no es solo material; cada vez valdrá más la riqueza espiritual del hombre. ¡Una sonrisa vale más que un dólar! ¡Una alegría vale mucho más que muchos dólares! ¡Un conocimiento vale más que cualquier dinero!
El hombre no solo es feliz gastando; el hombre es feliz pensando, el hombre es feliz aprendiendo, el hombre es feliz conociendo. El hombre es más feliz cuanto más eleva su calidad espiritual y no simplemente las riquezas, que hacen falta, desde luego, pero no constituyen lo único esencial en su vida.
No queremos que nuestro Tercer Mundo se convierta sencillamente en propiedad de transnacionales que sean dueñas de todo y no nos dejen más que el salario con que vivir trabajosamente. ¿Qué quedaría para las escuelas de nuestros hijos y de nuestros descendientes? ¿Qué quedaría para nuestros enfermos, para nuestros niños? ¿Qué quedaría para el deporte? ¿Qué quedaría para la cultura? ¿Qué quedaría para las comunicaciones? ¿Qué quedaría para construir presas, canales y producir el alimento que todos necesitamos?
Por eso desde hoy una de las tareas que nosotros nos hemos impuesto en todos los foros internacionales es plantear estos problemas y formar conciencia. Hay que formar conciencia, porque estos problemas nos afectan a todos, en cualquier país: lo mismo al campesino que al obrero, que al maestro, que al médico, que al profesional, que al que posee una pequeña industria, que al que posee un pequeño comercio. Nos afectan a todos, y por ello nos tienen que unir a todos.
Estos problemas, sin embargo, no los podría resolver ningún país aislado; tenemos que resolverlos entre todos los países del Tercer Mundo juntos. Esa es la gran tarea y la gran lucha que tenemos delante. Y hay que formar conciencia incluso en mucha gente del mundo desarrollado que tiene nivel de cultura y de preparación, y capacidad de comprender la necesidad de salvar la humanidad y la naturaleza.
Excúsenme que me haya extendido hablando de estos temas, pero después del esfuerzo que ustedes han realizado no podía dejar de mencionar estos puntos.
Mientras se construye un mundo mejor, tenemos que trabajar para mejorar lo que tenemos, para mejorar los problemas de cada uno de nuestros países, porque tenemos que seguir viviendo, tenemos que seguir trabajando, tenemos que seguir creando bienes materiales y espirituales, viviendas, riquezas, aun en las difíciles condiciones con que tenemos que trabajar hoy.
Aquí se mencionó --y yo no lo hubiera mencionado realmente-- la cuestión del aeropuerto. En el aeropuerto vemos simplemente una prueba de las cosas que puede hacer el hombre. Nosotros estábamos bloqueados, y llevamos casi 40 años bloqueados; pero nos apoyábamos en el comercio con otros países, donde teníamos una especie de Convención de Lomé, si ustedes quieren llamarlo así, es decir, ciertas preferencias comerciales para nuestros productos y para los precios de nuestros productos. Eso desapareció de la noche a la mañana y nuestra economía sufrió un gran golpe. Pero en aquel entonces, cuando nosotros tuvimos noticias de las dificultades económicas que atravesaba Granada y de que Granada era una isla muy bella, con grandes posibilidades turísticas, pero que no contaba con un indispensable aeropuerto internacional, es que se decide, en medio de otras formas de colaboración, realizar un especial esfuerzo para construir ese aeropuerto.
El problema es que no había espacio para construirlo aquí, al lado de la capital; había de 10 a 12 lomas relativamente elevadas, una bahía, el mar por delante. ¿Cómo hacerlo, dónde hacerlo? Y como expresé ayer, les dijimos a nuestros hermanos granadinos: Aplanemos las lomas, rellenemos la bahía, avancemos sobre el mar y hagamos el aeropuerto (Aplausos y exclamaciones).
Ya estaba muy próximo a concluirse, era cuestión de semanas, cuando se produjeron sucesos imprevistos, pero ya las lomas estaban aplanadas, ya se habían rellenado la bahía y las áreas marítimas, ya estaban construidas las principales edificaciones; ya estaba la obra ahí, inconmovible, indestructible, inolvidable, y fue para nosotros de una gran satisfacción poder aterrizar ayer en ese aeropuerto (Aplausos), créanme que no lo fue en absoluto por un orgullo personal.
Los hombres no tienen derecho a ser orgullosos, como no tienen derecho a buscar glorias. Martí decía que toda la gloria del mundo cabía en un grano de maíz.
Los únicos que tienen derecho al orgullo y a la gloria son los pueblos, porque solo ellos son capaces de transformar al mundo y de hacer lo que han hecho, desde las pirámides de Egipto hasta este aeropuerto de Granada (Aplausos).
Nuestra satisfacción se debía al hecho de pensar que con ese aeropuerto el turismo podía desarrollarse extraordinariamente en esta isla, y saber que ya estaba desarrollándose aceleradamente.
Hemos visto hoteles nuevos, construcciones nuevas, realmente muchas cosas extraordinariamente bellas, y percibimos cómo aun en las condiciones difíciles de este mundo y de este orden mundial que nos quita preferencias, que nos arrebata el mercado del banano, que nos priva de muchas industrias donde trabajan muchos obreros; aun, a pesar de eso, trabajando tesoneramente y bajo una dirección inteligente, con el esfuerzo de todos los granadinos, puede ir avanzando el país y pueden ir mejorándose las condiciones de vida, en espera de ese mundo mejor que no tardará siglos en venir y que, en todo caso, a la velocidad con que marchan hoy todos los procesos, será cuestión de la vida de una o dos generaciones; mientras tanto, debemos avanzar todo lo que podamos con lo que tenemos, con nuestro trabajo y con nuestra inteligencia.
Debo decirles que nos sentimos muy felices de haber podido renovar las relaciones de cooperación entre Cuba y Granada (Aplausos). Es como un renacer, como un reverdecer de primavera; de una primavera, como diría el poeta, o como quiso decir nuestro prestigioso cantante de calipso, que no debe conocer jamás inviernos.
No tenemos los mismos recursos que en aquellos tiempos en que podíamos comprometernos a hacer un gran esfuerzo en una obra determinada, pero hay muchos campos en que podemos cooperar mutuamente entre nuestros dos países.
Mitchell habló de los estudiantes de Granada que están en Cuba (Aplausos), ya hay alrededor de 50 estudiando distintas carreras. Les preguntábamos hoy, en la reunión al mediodía, al Primer Ministro y al Ministro de Educación, y me dijeron que ellos requerían 50 nuevas becas todos los años. Eso no es imposible para nosotros (Aplausos) y con mucho gusto ofrecemos 50 nuevas becas todos los años para los granadinos (Aplausos).
Nuestras universidades están ahí, tenemos 22 000 profesores universitarios, no se ha movido ninguno, tenemos capacidades para esos estudiantes.
Yo comprendo que una isla pequeña como Granada u otra similar no pueden hacer una universidad; pero nosotros tenemos más de 40 centros universitarios en diversas partes del país, de distintas carreras, y los profesionales que quieran formar Granada y los países del CARICOM, los que deseen, los pueden formar en nuestro país (Exclamaciones y aplausos).
Hemos determinado una cuota de 1 000 becarios para los países caribeños, cuota especial para los países del CARICOM (Aplausos). Si 1 000 no alcanzan, la elevamos a 2 000, y si no alcanzan 2 000, a 3 000 (Exclamaciones y aplausos); pero cuenten ustedes y cuenten los hermanos países del CARICOM, que tan leales amigos han sido, que tan noblemente han apoyado a nuestro país en las organizaciones internacionales y en la lucha contra el bloqueo, con la disposición de Cuba para formar cuantos profesionales quieran.
Nuestras universidades han mejorado, muchos granadinos han estudiado allí; pero cada año mejoran nuestras universidades, nuestros profesores tienen más experiencia, y eso es indispensable para el futuro del país. No nos quita nada, tenemos alrededor de 600 000 profesionales graduados después del triunfo de la Revolución, aun en medio del bloqueo y de las dificultades.
También supimos que el gobierno cuenta con determinados fondos para renovar y ampliar el hospital de la capital que está en viejas instalaciones, necesita ser mejorado, modernizado y ampliado. Ya tienen una cantidad relativamente importante y estuvimos analizando ese problema y en qué podíamos cooperar.
El habló de eso cuando su visita a Cuba, y nosotros enviamos a dos especialistas para estudiar la situación del hospital, elaborar ideas de lo que podía hacerse, qué necesitaba y cómo ampliarlo para alcanzar determinadas capacidades. Ya ellos hicieron esos estudios y ayer el Primer Ministro nos los mostró.
Ayer mismo un grupo de nuestra delegación nos pusimos a estudiar el documento y a conversar qué podíamos ofrecer: bueno, toda la colaboración técnica; es decir, el personal técnico necesario, en primer lugar, para hacer los proyectos lo más rápidamente posible, proyectos racionales y económicos (Aplausos). Eso lleva algún tiempo, lleva algunos meses, pero les pediremos a nuestros especialistas que se esmeren. El personal técnico que se requiera para la construcción, los profesionales, un grupo relativamente reducido, de manera que ya se podrá contar con los proyectos y también con algunos recursos adicionales que podamos obtener. No solamente contarán con la colaboración técnica, sino con algunos recursos para incrementar los fondos que tiene ya el gobierno.
Todavía no sería suficiente y no es mucho lo que falta. Hablamos de trabajar y de recabar la cooperación de determinadas instituciones internacionales, para que aporten los fondos necesarios para que el hospital tenga la capacidad determinada y para que, además, cuente con los equipos médicos de alta tecnología que le permitan brindar servicios a la población, e incluso a algún turista que se enferme o tenga algún accidente. El hecho de contar con un buen hospital estimula a los turistas (Aplausos), porque saben que cualquier problema de salud que se les presente durante la visita, puede ser inmediatamente atendido allí.
Se está concibiendo una obra que no va a ser muy costosa si trabajamos con entusiasmo, sabiendo la importancia que tiene. Estoy seguro de que los trabajadores granadinos que van a participar en la construcción de ese hospital harán un máximo esfuerzo, sabiendo que allí tendrán el servicio para sus familiares, sus hijos, sus padres, sus hermanos y para ellos mismos, y que se pueda decir que Granada no solo tiene un excelente aeropuerto --que incluso en el futuro puede ser ampliado; hay espacio allí en las tierras aplanadas para otras pistas, para que ustedes reciban muchos más turistas (Exclamaciones)--, sino que estando aquí tienen asegurada una buena atención médica, en aquellos raros casos en que un turista requiera una atención especial.
Hemos ofrecido también nuestra cooperación, si fuese necesaria, en un número de especialistas médicos de alto nivel para prestar servicios en ese hospital (Aplausos).
De esos temas y de otras posibles colaboraciones técnicas en distintos campos --en la agricultura, las construcciones-- hemos hablado.
Ciertamente, Cuba ha tenido más tiempo para trabajar que Granada, lleva más tiempo como país independiente y ha trabajado duro, cuenta con recursos humanos.
Fíjense, lo más importante de un país no son los millones en el banco. La más importante riqueza de un país son los recursos humanos, por ello nos satisface tanto poder contribuir modestamente al desarrollo de los recursos humanos de Granada, compartir con ellos nuestras experiencias y nuestros recursos científicos, porque trabajando por ustedes y por otros estaremos trabajando para la humanidad, y realmente la patria futura de todos será la humanidad.
Hace más de un siglo, nuestro gran Héroe Nacional José Martí dijo: “Patria es humanidad.” Cubanos y granadinos, cubanos y caribeños, cubanos y latinoamericanos, a los que tendremos que unirnos también un día; al menos mientras otros lo digan y lo repitan, digamos bien alto aquí hoy: ¡Patria es humanidad! (Aplausos.) Que esta idea esencial no se aparte nunca de nuestras mentes ni de nuestros corazones.
Todos los seres humanos somos iguales, nadie tiene derecho a ser indiferente al dolor y a los sufrimientos de los demás. Cada hijo de cada familia tiene que ser como hijo de la propia familia; cada hermano de otra familia tiene que ser como nuestro propio hermano, el padre como el propio padre, la madre como la propia madre.
Por eso somos seres humanos y para eso debemos ser los seres humanos, cuando hayamos vencido definitivamente las injusticias que durante miles de años se han cometido, cuando podamos constituir una humanidad digna de los seres pensantes que la constituimos.
Gracias hermanos granadinos (Exclamaciones y aplausos).
Gracias señor primer ministro Keith Mitchell, que con su viaje a Cuba --viaje valiente, porque no todos se atreven a viajar a Cuba; ni siquiera todos los valientes, sino algunos valientes-- nos dio oportunidad de restablecer sinceros y amistosos contactos, renovar nuestra cooperación y brindarnos a la vez el honor inmenso de visitar este país, sentirme aquí tan feliz, tan estimulado, después de pasar por Jamaica y por Barbados y experimentar esa sensación, que debe ser el único premio de los hombres que luchan, de saber que esa lucha y ese esfuerzo no son ni serán jamás en vano.
¡Viva nuestra amistad! (Aplausos y exclamaciones de: “¡Viva!”)
¡Viva nuestra hermandad, que es aún más que amistad! (Exclamaciones.)
¡Vivan nuestras pequeñas patrias de hoy y viva nuestra inmensa patria de mañana! (Aplausos y exclamaciones.)
Granadinos, como dijo nuestro inolvidable compañero, Ernesto Che Guevara: ¡Hasta la victoria siempre!
(Ovación.)