Melba Hernández: Heroína en quien Fidel Castro depositó toda su fe
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La Historia de Cuba ha contado con la presencia de valerosas mujeres que han dejado una huella imborrable en la lucha por la libertad y la justicia. Entre ellas, se destacó Melba Hernández del Rey, conocida como una de las Heroínas del Moncada, cuyo compromiso y patriotismo se erigieron como un ejemplo para las generaciones futuras.
Con una determinación inquebrantable y una firmeza admirable, Melba desempeñó un papel crucial en el camino hacia el triunfo de la Revolución cubana, demostrando con cada acción su entrega total a la causa y su incansable lucha por un futuro mejor.
Melba conoce a Fidel Castro a través de Abel Santamaría en el apartamento de 25 y O, donde vivían Abel y su hermana Haydée. En esa ocasión, Melba se da cuenta de que Fidel representaba lo que ella estaba buscando y se establece un vínculo que marcaría el inicio de su colaboración en la lucha contra la tiranía de Batista. Sobre ese encuentro en una entrevista recordaba:
“A partir del golpe de Estado de Batista el 10 de marzo de 1952, muchos jóvenes buscábamos ansiosamente qué hacer para acabar con aquella tiranía; entre esos jóvenes estaba yo.
Una mañana en el cementerio, en el aniversario del asesinato del joven revolucionario Carlos Rodríguez, una amiga, Elda Pérez, me presentó a Abel Santamaría, un joven que, me dijo, la había impresionado por sus promesas revolucionarias. Cuando lo conocí y conversamos, coincidí totalmente con Elda, pero a su vez él me insistió para que conociera a otro joven a quien consideraba que solo él podría dirigir la acción revolucionaria en el país para derrocar al tirano Batista: Fidel Castro.
Nos citamos para encontrarnos en 25 y O, el apartamento donde vivían Abel y su hermana Haydée, al que llegaría Fidel como acostumbraba hacer. Fui, pero esa noche —era el 1ro. de mayo de 1952—, no llegó. Abel no renunció a que nos conociéramos Fidel y yo, y al día siguiente, al mediodía, fui de nuevo a esperar a aquel joven en el que Abel tenía tanta confianza, y llegó.
(…) Abel nos presentó, nos saludamos y nos pusimos a conversar. En la medida que Fidel hablaba me daba cuenta de que aquello era lo que yo estaba buscando.
Desde ese momento me encontré ya comprometida con Fidel Castro y con aquel movimiento que empezaba a nacer, y que apenas contaba con ocho personas cuando más”.
Después de ese día, decidió dejar de lado su carrera como abogada para entregarse por completo a la lucha contra la dictadura de Fulgencio Batista. Se destacó por su participación en el ataque al Moncada en 1953 desafiando los límites impuestos por la sociedad de su época. Sufrió el encarcelamiento, fue testigo de torturas y asesinatos de sus compañeros de lucha.
Melba y Haydée salen de la cárcel el 20 de febrero de 1954, pero no se detienen, sus compañeros aún no eran libres. Ambas lograron editar, imprimir y distribuir de forma clandestina el folleto que contenía el alegato de autodefensa de Fidel, conocida como “La historia me absolverá”. Sobre el reto que representó cumplir esa tarea aseveró:
“Hay un hecho de esa época que a mí nunca se me olvidará. Ocurrió poco después del Moncada, recién cumplida la condena de Yeyé (Haydée) y mía.
Cuando se editó el libro sobre el gran patriota cubano Juan Gualberto Gómez por el escritor Leopoldo Horrego Estuch, hablé con Horrego porque a mí me interesaba muchísimo esa obra y él me orientó que fuera a recoger un ejemplar a la imprenta donde lo habían editado, y fui una mañana a esa imprenta para buscar el volumen. Pocos minutos después de haber salido de allí, llegó la policía, destrozó la imprenta, se llevó los libros de Juan Gualberto Gómez que todavía había allí. Aquello fue tremendo. Pongo siempre este ejemplo para que se tenga una idea del grado de represión y de control con respecto a nosotros —a Yeyé y a mí—, y a las imprentas del país. Nosotras éramos consideradas la gente más peligrosa de Cuba, Yeyé y yo éramos tabú”.
No obstante pudimos crear las condiciones y se publicó otra cantidad de ejemplares en la imprenta de un compañero de apellido Gener, en San Juan y Martínez. Fidel nos había pedido que hiciéramos imprimir cien mil ejemplares ¡100 000! para su pronta distribución, pero era imposible, no creo que en esa época se publicaran tantos ejemplares de una obra, pero teníamos que hacer el máximo. Fidel nos había recomendado a Yeyé y a mí en sus cartas desde el presidio que tratáramos de encontrar dos imprentas y que cada 10 000 ejemplares no nos costara más de trescientos pesos, que debíamos recolectar entre compañeros y amigos.
Viendo que nosotras no podíamos garantizar la cifra que Fidel había indicado de 100 000 ejemplares en la imprenta de Emilio Jiménez, tratamos de buscar una alternativa para resolver aquella situación, ver si las provincias podían imprimir La Historia me Absolverá. Le dimos una copia mecanografiada a Ángel Eros, un muchacho de Guanajay: él había pertenecido al movimiento pero no pudo participar en el asalto al Moncada. Sin embargo fue hecho prisionero y enviado al juicio. Eros nos garantizó que iba a imprimirla por allá con la colaboración de otro joven llamado Pedro Esperón; para ello contaban con un impresor ortodoxo de apellido Gener que tenía una pequeña la imprenta de obras en San Juan y Martínez en la provincia de Pinar del Río. La gestión tuvo éxito. Según Ángel Eros, se imprimieron pocos ejemplares, entre 300 y 400 o quizás algunos más”.
Fue una de las primeras en unirse al Movimiento 26 de Julio (M-26-7) en julio de 1955, sentando así las bases para la continuación de la lucha. Posteriormente, Melba se trasladó a México, donde trabajó incansablemente en la organización de la expedición del yate Granma y el reinicio de la insurrección armada en Cuba.
En los primeros meses de 1957 Melba regresa a La Habana y prosigue sus actividades clandestinas, incluida la huelga de abril. Más adelante, se incorporó al Ejército Rebelde en las filas del Tercer Frente Mario Muñoz Monroy, dirigido por el Comandante Juan Almeida Bosque.
Melba Hernández dedicó su vida por completo a la Revolución cubana, dejando un legado imborrable para las futuras generaciones. El Comandante de la Revolución Ramiro Valdés sobre el papel que ella y Haydée desempeñaron en diversas tareas puntualizó:
“Su papel en la reorganización del movimiento, en la atención de los familiares de los caídos, en los vínculos con los exiliados, en la recaudación de fondos para la causa, en tantas y tantas tareas fue invaluable. “Tengo puesta en ustedes toda mi fe”, les escribió Fidel. Y ellas estuvieron a la altura de esa confianza”.
En Fotos, Fidel Castro y Melba Hernández