Mi segundo padre
Viví cuatro años en Cuba y él me llamaba a las 2:00 a.m. para hablar de política o de deportes, y yo estaba dispuesto para dialogar con él lo que fuese. Siempre que había un evento me llamaba para ver si podía ir a La Habana o quería colaborar. Nada de eso se olvida tan fácilmente.
En 2013 fui a verlo. Ya estaba enfermo. Cuando entré a la habitación donde estaba él se paró y me dijo: «Vienes a despedirte». Y le dije llorando: «No maestro, no digas eso».
Fidel me sorprendió con esa frase, es como si me hubiese pegado un saque de potro en el pecho. Me eché a llorar. Entonces él tenía más razón que yo porque fue aquella la última vez que lo vi.
A Fidel le tengo mucha gratitud y será de por vida, porque me habló muchísimo de la droga y me dio fuerza en la recuperación, me decía que sí podía y lo logré. Fidel fue como mi segundo padre.1
1- Declaraciones ofrecidas a la prensa tras conocer la muerte de Fidel. Argentina, 26 de noviembre de 2016.